PSICOLAX

"Cuando sabes verdaderamente quien eres, vives en una vibrante y permanente sensación de paz. Puedes llamarla alegría, porque la alegría es eso: una paz vibrante de vida."

Eckhart Tolle

Monday, May 9, 2016

Estrategias para mejorar la convivencia en clase a través de la música

¿Alguna vez te has planteado aplicar la musicoterapia a tus clases? La docente Almudena Ocaña Arias nos propone algunas técnicas muy interesantes que seguro que sorprenderán a tus estudiantes. ¡No te lo pierdas!

Música para mejorar convivencia | Tiching
¿Alguna vez os ha ocurrido?
Desmotivación y fracaso escolar, bajo rendimiento académico, número elevado de alumnos por aula, diferente procedencia cultural, necesidades educativas diferentes… Las causas que dan origen a laconflictividad escolar son múltiples y las respuestas escasas. A menudo, no sabemos cómo abordar determinados problemas que nos impiden desarrollar nuestra labor docente con el éxito que desearíamos.
La mayoría de nosotros, desgraciadamente, ha experimentado en algún momento de su carrera la sensación de impotencia que produce una falta de convivencia en clase. Algunos grupos se convierten en subgrupos rivales entre sí, a veces se le hace el vacío a un compañero, otras veces lasemociones desbordan el aula en forma de alaridos, insultos, incluso agresiones físicas. Así es imposible aprender nada.
Tras mucho experimentar, me atrevo a recomendaros algunas pautas para que cualquier colega docente pueda desarrollarlas con éxito en su centro y mejorar el ambiente en clase.
Atención: no hace falta tener conocimientos musicales. Sí hace falta mucha paciencia, música grabada, ritmo, sentido del humor, perseverancia y buena voluntad.
¿Qué hacemos?
No se trata tanto de qué hacemos para enfrentarnos a los casos de violencia, como de qué hacemos para convertir nuestros centros en espacios adecuados para el aprendizaje de la convivencia.
Ante la realidad con la que nos encontramos diariamente en clase, necesitamos nuevas alternativas que apacigüen el ánimo de los adolescentes, técnicas que favorezcan el autocontrol y la canalización de tensiones en lugar de recurrir continuamente a jefatura de estudios para que aplique la represión, el enfrentamiento directo, las expulsiones de clase o del centro y  el sabor amargo que conllevan todas estas medidas.
Os propongo llevar a cabo una rutina basada en técnicas de musicoterapia adaptadas al ámbito escolar desde que comenzamos el curso con los chavales:
1. Observación e identidad sonora
A través de la indagación y determinadas encuestas, podemos identificar la identidad sonorade nuestro alumnado y trabajar a partir de esa conexión tan íntima que existe entre la música y nuestras emociones. Una vez que nuestro público cautivo tiene los vellos de punta a causa de lo que está escuchando, ya estamos listos para crear un vínculo con ellos, estamos moviéndonos con el mismo compás.
Seguidamente, tendremos que identificar cómo respira el grupo: personalidades afines y discordantes, elementos aislados, líderes positivos y negativos, subgrupos, historia, acontecimientos que hayan dejado huella, necesidades, gustos y disgustos… Comienza la primera parte: conocernos, que nos conozcan, sentar las bases de la clase y marcar los límites antes de poner en práctica las dinámicas de grupo.
2. Manos a la obra
La estructura de nuestra clase será fundamental para asegurarnos el éxito, no podemos dejar ningún espacio para la improvisación. Todo bien organizado, hay que trazarse un objetivo. ¿Qué queremos conseguir con este alumnado en concreto? Planificar los recursos contando con que a veces internet va lento y debemos llevar pensado un plan b, tener en cuenta las posibles reacciones adversas o la falta de colaboración, visualizar el ejercicio e intentar grabarlo para posteriormente reflexionar sobre lo que ha ocurrido y preparar la siguiente sesión. Sin embargo, lo más importante es que adaptéis las dinámicas  a vuestra realidad, a la personalidad de vuestros chavales, a vuestro contexto cultural y a la identidad sonora de vuestro grupo.
Observad la problemática que os gustaría abordar y reservad al menos una sesión al mes para afrontarla con música. Lo que solemos necesitar los docentes: actividades para descargar laagresividad (ejercicios con palmas, taconeos, percusión corporal, música heavy metal…), para crear comunidad (himnos, interpretaciones en grupo, música propia de su comunidad…), para aprender a relacionarse con personas diferentes (juegos de rol musicales, cambios de pareja, coreografías, actividades con familias de instrumentos…), para la inclusión en el grupo(sorteos, dinámicas a ciegas…), para la relajación (música de cuencos tibetanos, respiración a compás…), para el aprendizaje cooperativo, la concentración (actividades rítmicas, ejercicios de audición…), la evasión (imaginar lo que la música sugiere, dejarse transportar a otro lugar a través de la música…) y la canalización de emociones a través de la música.
Unas palabras de ánimo para terminar
Le dedico este post a todos los que, a pesar de las circunstancias actuales, continúan dedicando su vida, su energía y su entusiasmo a la docencia. Parafraseando a mi gran maestro, Fernando Savater, cómplice en esta tarea mía de defender la presencia de la Música en la educación, terminaré diciendo que la enseñanza presupone el optimismo tal como la natación exige un medio líquido para ejercitarse, así que, mucho ánimo (que nuestra profesión lo merece. Espero de corazón estas pinceladas os sirvan para mejorar un poco vuestra tarea docente y, citando a mi colega José María Torono olvides que el recurso por excelencia siempre eres tú.
Si os han gustado las propuestas de Almudena Ocaña Arias, os recomendamos echar un vistazo a su libro:

Viñeta de humor educativo | Tiching

Friday, May 6, 2016

+ LA TRISTEZA CREATIVA


Desde la emoción de la tristeza algunos artistas han encontrado la inspiración y ahora la Psicología explica las razones de ello. 

 Artículo de  http://www.lavanguardia.com/  Tristeza creativa
Todos la huyen y la evitan, en medida que sea posible. Pero los momentos melancólicos son necesarios. Y, según demuestran estudios recientes, constituyen la base de la mayoría de procesos cognitivos, creativos y artísticos.


“Puedo escribir los versos más tristes esta noche / pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido”. Es el lamento de Pablo Neruda en uno de sus más célebres cantos al desamor, la melancolía y el desengaño. “Tristeza não tem fim, felicidade sim”, repetían en sus canciones Vinicius de Moraes y Tom Jobim. La típica saudade brasileña les inspiró para escribir una de las baladas más célebres de la historia de la música. “Tango triste / Que como un viejo lamento / Parece que lleva el viento”. Así cantaba, con todo el pathos posible, el cantor Roberto Goyeneche. ¿Y la pintura dramática de Caravaggio? El genio italiano fue uno de los pintores más atormentados y tristes que se recuerde. Las telas reflejan su drama interior y su obra tan fosca y tétrica cambió la historia de la pintura. Beethoven, en el año 1802, afirma que lleva “una vida muy desgraciada. No estoy nada satisfecho de lo que he hecho hasta este momento. Tomaré otro camino”. Y así compuso la Novena.  
Artistas como Bruce Springsteen sublimaron su tristeza en grandes obras (Ron Galella - Propias
Grandes expresiones y formas artísticas han nacido desde el desánimo y las horas bajas. Los grandes protagonistas de la cultura de nuestro tiempo siempre hicieron alarde de su tristeza, como gran aliada para la creación. Según Flaubert, sólo si uno era un perfecto idiota podía decirse “crónicamente feliz” Baudelaire reconocía estimar su mal humor, porque la felicidad hacía “perder la tensión del alma”. A su vez, Augusto Monterroso y Bárbara Jacobs reunieron veinticuatro relatos en un libro, Antología del cuento triste (Alfaguara), que era toda una declaración de intenciones: “¿Quién quiere acabar con la tristeza? ¿O deberíamos decir: quién puede acabar con ella? La vida es triste. Si es verdad que en un buen cuento se concentra toda la vida y si la vida es triste, un buen cuento siempre será un cuento triste”. Franz Kafka, que no fue precisamente una persona muy alegre y dicharachera, defendía que “necesitamos los libros que nos afectan como un desastre, que nos afligen profundamente. Si el libro que leemos no nos despierta de un puñetazo en el cráneo, ¿para qué leerlo?”. El crítico literario José María Guelbenzu ya lo dijo una vez de forma tajante: “No hay protagonistas felices en la literatura porque la infelicidad genera conflicto dramático. Conviene abrazar el éxtasis melancólico para hacer estallar la creatividad”.
Pese a estos elogios de la tristeza, vivimos en una sociedad que defiende el mismo refrán: “no estés triste”, “no pongas esta cara de pena”, etcétera. Está mal vista. Se le considera claramente como enemiga de la felicidad, que es lo único que vale, el bien supremo a conseguir. ¿No se estaría cometiendo un craso error al querer eliminar la tristeza de nuestras vidas?Eric C. Wilson, profesor de la Universidad de Wake Forest (EE.UU.) cree que sí. Y por las razones expuestas antes: porque es creativa. Publicó un ensayo titulado Elogio de la melancolía (Taurus). “Es posible que no estemos lejos de acabar con la musa que ha inspirado una gran parte de las bellas artes, de la poesía, de a la música: aniquilando la melancolía. En cambio, la obsesión por la felicidad podría conducir a la extinción súbita del impulso creativo”.

Para Wilson, “sólo se puede experimentar la belleza cuando tenemos el melancólico presentimiento de que todas las cosas del mundo se acaban”. En su opinión, “la felicidad alimenta lo insulso, nos priva de la capacidad de percibir los matices, por tanto nos convierte en seres banales”. Su tesis es que el hombre pesimista, triste y melancólico, siempre que no caiga en la depresión, jamás se sentirá cómodo con el orden establecido. “El gen de la melancolía es el código de la innovación. Impulsa una nueva comprensión. Alienta nuevas formas de concebir y denominar conexiones. Desemboca en un cuestionamiento activo del presente, en un deseo perpetuo de crear nuevas formas de ser y de ver. Estar contra la felicidad, evitar la satisfacción es estar cerca de la dicha, abrazar el éxtasis. Ser incompleto es llamar a la vida”. ¿De verdad es así?

Algunos ejemplos refuerzan esta tesis. Virginia Woolf consideraba que su nerviosa melancolía era su más poderosa inspiración. Alrededor de 1913 escribió: “Como experiencia, la locura es magnifica. En su magma sigo encontrando la mayoría de las cosas sobre las que escribo. En las sombras, cuando me hundo en el pozo, nada me protege del asalto de la verdad”.Georg Friedrich Haendel escribió su obra maestra, El Mesías , en el punto más bajo de su vida. En precarias condiciones de salud, en un piso destartalado de Londres, recibió un día un librito sobre Jesús y, en el túnel en que se encontraba, sacó las fuerzas para componer durante veinticuatro días seguidos casi sin dormir. Bruce Springsteen grabó el álbum Nebraska, un tema sobre un joven asesino que confiesa sus crímenes con desolación. Considerado como uno de sus mejores trabajos, lo escribió en un momento de profunda tristeza y de cuestionamiento personal, que lo llevará a la psicoterapia. “Las personas a quienes algo les reconcome son más interesantes que las que están simplemente contentas”, dijo. Y en su último libro (El impostor (Random House)) Javier Cercas confiesa que se puso a escribir la obra después de vivir un periodo de profunda tristeza, en la que se despertaba las mañanas llorando y estaba bloqueado por el miedo.
Existen algunos experimentos en psicología que confirman la asociación positiva entre tristeza y agudeza intelectualEn un caso célebre, llevado a cabo por el profesor australiano Joe Forgas, estudioso del impacto de las emociones en la conducta, se hizo visitar una tienda a dos grupos de personas. El primero en un día solar y con música alegre de fondo (canciones de Gilbert O’Sullivan). El otro en un día frío y escuchando una música melancólica (Réquiem de Verdi). Se colocaron unas figuritas de soldados animales y automóviles cerca de la caja registradora. Cuando salían de la tienda, se les pidió a los individuos que mencionaran la mayor cantidad de objetos que recordasen. Pues bien, los del segundo grupo recordaban mejor y con más detalles lo que había dentro. Forgas ha llegado a la conclusión de que los melancólicos tienen mejor memoria“Los tristes son más conscientes de su entorno, mientras que la gente alegre simplemente se deja llevar por la corriente”.
En la misma línea, Modupe Akinola y Wendy Berry Mendes, de la Universidad de Harvard, en un trabajo titulado El lado oscuro de la creatividad, pidieron a un grupo de estudiantes que dieran un corto discurso sobre cómo le gustaría que fuera el trabajo de sus sueños. A unos se les criticó, a los otros se les dio la enhorabuena. Tras medirles los niveles de la hormona del estrés, se comprobó que los que recibieron sonrisas estaban de buen humor y los que habían recibido críticas, estaban algo tristones. A continuación, les dieron materiales para que hicieran un collage. Una vez más, los tristes fueron los que hicieron las mejores creaciones. “El rechazo social produce una poderosa introspección y pensamiento dirigido al detalle. Una de las posibles explicaciones es que la evaluación social negativa incrementa la creatividad porque la gente se exige mayor esfuerzo y trabaja más duro”, fue su conclusión.
En otro experimento, Forgas comprobó lo siguiente: en un videojuego, se pedía a los participantes que disparasen a todos personajes que llevasen un arma. En un segundo momento, a algunas de estas figuras se les añadió un turbante, al estilo de guerrillero islámico: inmediatamente estas figuras pasaron a recibir más balas. Esta tendencia, sin embargo, no era tan evidente entre las personas tristes, que se dejaban influir menos por las apariencias e iban corrigiendo el tiro.“Cuando estás triste tomas un poco de perspectiva. La tristeza es como una señal: te dice no empujes, adáptate, presta atención”, escribe Forgas. Herbert Bless, de la Universidad alemana de Heidelberg, también ha estudiado qué es lo que se recuerda de la información sobre el carácter de una persona. Se leyeron a unos voluntarios unos textos con distintas apreciaciones sobre la personalidad de un individuo. Después de analizar las respuestas, Bless llegó a la misma conclusión: “los estereotipos tienen más impacto en el juicio que se forman los individuos de buen humor que en las personas tristes, que están más predispuestas a procesar información nueva cuando la situación se percibe como problemática. En cambio, si la situación parece segura, las personas confían más en las estructuras existentes”. Es decir: quelos tristones piensan más con su cabeza.
Cabe preguntare cuál es la verdadera función de la tristeza. ¿Un rato a evitar, como defiende la filosofía más optimista? ¿Una fuente de inspiración creativa? ¿Un simple estado de ánimo del ser humano? Charles Darwin, en su libro La expresión de las emociones en el hombre y en los animales (1872) la consideraba una de las emociones básicas más útiles del hombre. Para Antonio Cano, catedrático de psicología de la Universidad Complutense y presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés, “la tristeza es una emoción adaptativa. Si no fuera necesaria, ya la habríamos perdido en el curso de la evolución humana. Es como el miedo. Sirve para elaborar pérdidas o una ruptura con nuestros objetivos, pero, al mismo tiempo nos hace replantear el futuro. Es un bajón, pero nos hace ver las cosas de otra manera”. En este sentido,Jerome Wakefield, autor del libro The loss of sadness (pérdida de la tristeza), estima que la tristeza desempeña un papel crucial: nos ayuda a aprender de nuestros errores. “Creo que una de las funciones de las emociones negativas intensas consiste en parar nuestro funcionamiento normal, para ayudarnos a enfocarnos sobre algo diferente, aunque sea por un momento”.

Un poco de tristeza, por lo tanto, es positiva. Uno toma conciencia de uno mismo, se da cuenta del valor de las cosas y de lo que se ha perdido. Se hace balance de errores y aciertos y se les da el peso que se merecen. Ayuda a conocerse. Permite mantener la energía en un momento difícil para salir a flote después con las ideas más claras y con energía renovada para el cambio. En una palabra: es creativa. “En la psicología actual se tiende a rechazar las emociones negativas, porque, supuestamente generan malestar. Pero la vida no puede ser totalmente neutra. Yo no puedo decir: ‘no me afecta nada’. Al contrario, hay que aprender de la situación traumática. Sin tristeza no sobreviviríamos, no nos daríamos cuenta de que estamos en una situación de peligro. La vida no es sólo felicidad, no es sólo risas”, subraya Antonio Cano.
Sí que es posible utilizar la tristeza en su favor. Una posible salida, como hicieron los grandes artistas mencionados anteriormente que sublimaron sus penas con sus creaciones, es traducir estos sentimientos negativos en una obra. Pero incluso si no se tiene ningún talento especial, vivir un mal momento puede llegar a ser, en perspectiva, algo beneficioso. Enrique Rojas, catedrático de Psiquiatría, director del instituto de investigaciones psiquiátricas de Madrid y autor de varios libros (el último es Cómo superar la ansiedad (Temas de Hoy) señala que antes hay que procurar valorizar la tristeza con el tiempo, que cura todas las heridas. “Con el paso de los días, la tristeza se transforma en la gran educadora de la persona, si se sabe sacar la lección de ella. En psicología se habla, en este sentido, de resiliencia. Porque lo que ayuda a crecer son las derrotas, los fracasos, los sinsabores. La piedra de toque para ascender en la vida es el sufrimiento, el enfrentarse a una sorpresa de que algo que se esperaba se ha torcido”, defiende este experto. ¿La tristeza es, entonces, el primer paso para lograr la felicidad?
De alguna manera, sí. “La condición esencial es no tener rencor. Porque el rencor nos impide olvidar y hace que nos sintamos dolidos. La felicidad, en el fondo, consiste en gozar de una  buena salud y una mala memoria”, sostiene Rojas. Uno de los aspectos más destacables de la tristeza es que nos obliga a pedir ayuda a los demás. Los otros pueden ser un apoyo muy válido porque con las respuestas de consuelo que se reciban, se fomentan y se recuperan vínculos afectivos. “La tristeza produce empatía en el seno de un grupo. No hay que olvidar que somos seres sociales”, dice Antonio Cano, que cita en propósito un ejemplo realmente ocurrido. Varios meses después de los atentados del 11-S, se produjo una ola de divorcios entre las parejas de los bomberos de Nueva York. Se descubrió, en efecto, que la solidaridad que había despertado la tragedia entre las víctimas del atentado terrorista llegó hasta extremos insospechables: los bomberos, de tanto consolar a las viudas, se enamoraron de ellas.
Ahora bien, una cosa es estar triste, otra padecer depresión. “La tristeza dura unos días y es un jalón que la naturaleza le hace a tu humanidad para que recuperes energía, hagas un alto y pienses mejor las cosas. A la tristeza hay que decirle: ‘Hola amiga, hagamos un retiro juntas y miremos que hay dentro de mi’. Tu organismo se lentifica para tomar conciencia. En la tristeza aún te sirven los amigos, no te quieres aislar y funcionas a media máquina, pero funcionas. Por el contrario, la depresión es unaenfermedad, dura bastante tiempo (meses), tus áreas de desarrollo se bloquean, tu sistema se desorganiza nada tiene sentido y el placer se reduce. Y lo peor, ya no te quieres y hay un sentimiento profundo deautodestrucción. De la depresión hay que escapar”, escribe el terapeutaWalter Riso. Para Enrique Rojas, “la tristeza normal produce la lucidez del perdedor y la nitidez de la distancia y una mirada hacia el futuro. La tristeza depresiva es el ánimo embotado, a la baja, y mirando hacia el pasado. La primera reinventa la vida, la segunda sabe a derrota sin remontada”.

Ir en busca de la felicidad evitando o esquivando tristeza, paradójicamente… nos lleva a la infelicidad. “En los últimos veinte años se ha hablado más de la felicidad que en los dos siglos anteriores”, admite Rojas. “Mi receta consiste en tener una personalidad estructurada, un proyecto de vida, amor, amistad, cultura, trabajo. Pero la píldora de la felicidad, asumiendo que exista, tiene que ser la coherencia, es decir una concordancia entre lo que digo y lo que hago. Y comprobar que se ha hecho el mejor bien posible y el menor mal consciente”, afirma. ¿Y el amor? Tampoco se escapa. “No hay felicidad sin amor, pero tampoco hay amor sin renuncia”, dice. Toca sufrir

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¿Puede la melancolía enriquecer nuestra capacidad creativa?


¿Puede ser la melancolía una buena aliada de la creatividad? Según afirman varios estudios, es muy posible que sí. Un ejemplo, Van Gogh, quien en sus momentos de depresión llegó a afirmar: «Uno se siente como si yaciera en el fondo de un pozo oscuro y profundo, atado de pies y manos, totalmente indefenso». Sin embargo, ese sentimiento no impidió que creara algunas de las obras más bellas y singulares de la historia del arte.
En la actualidad, en la sociedad occidental –abanderada especialmente por los Estados Unidos– hay un rechazo a la melancolía. Sobre este punto, Eric G. Wilson ha expuesto en su libro Against Happiness: In Praise of Melancholy –en España está editado por Taurus bajo el título Contra la Felicidad: En defensa de la melancolía– que nuestra obsesión con la felicidad «bien podría conducir a una extinción repentina del impulso creativo». Wilson llega a afirmar: «Fue el cavernícola melancólico y retraído que se quedaba atrás y meditaba, mientras sus felices y musculosos compañeros cazaban la cena, quien hizo avanzar la cultura».

«Para que quede claro, yo mismo me siento profundamente opuesto al mito del genio torturado por la creatividad», aclara Wilson. «Pero también soy de la firme convicción de que el acceso a todo el espectro de la experiencia humana y toda la gama psicoemocional de nuestra vida interior –alta y baja, la luz y la oscuridad– es lo que nos hace individuos completos y nos permite crear rica, dimensional, trabajo significativo».

Existe una larga tradición que trata de discernir el valor de la tristeza y cómo este sentimiento no es solo una parte inevitable de la vida, sino que es esencial para seguir hacia adelante. Si nunca te has sentido melancólico, te has perdido de una parte esencial de lo que significa ser humano. Al igual que para Eric G. Wilson, son muchos los pensadores que consideran que la melancolía es necesaria para alcanzar la sabiduría, para crear y generar nuevas formas de conocimiento.   Seguir leyendo

Wednesday, May 4, 2016

+ "TU ENFOQUE DETERMINA TU REALIDAD"



  Esto es lo que decía el maestro Yoda en la Guerra de la Galaxias...

 y  es también lo que nos dice Daniel Goleman en su libro FOCUS




Artículo de  Rafael Rubio tomado de http://nomaspalidas.com/tu-enfoque-es-tu-realidad/

“La mente intuitiva es un don sagrado y la mente racional un sirviente fiel. Hemos creado una sociedad que rinde tributo al sirviente y ha olvidado el don”. Albert Einstein

 En su nuevo libro “Focus”, Daniel Goleman (autor de “Inteligencia Emocional” en 1995), afirma que “la práctica de la atención y de focalizar es como un músculo” que si no se utiliza se debilita y si lo ejercitamos se desarrolla y fortalece.
El libro en sí mismo me pareció espectacular y en particular el capítulo “Atención máxima y mínima”. Goleman dice:  “La ciencia cognitiva describe como ‘ascendente’ el funcionamiento de la maquinaria neural de la parte inferior del cerebro. Del mismo modo define como ‘descendente’ a la actividad mental que se localiza principalmente en el neocórtex, capaz de monitorear a la maquinaria subcortical e imponerle sus objetivos”. Lo anterior, dicho de otra manera, significa que poseemos dos mentes que funcionan al mismo tiempo:
La mente ascendente que es:
  • Más rápida, medida en milisegundos, la unidad de tiempo en que opera el cerebro.
  • Involuntaria y automática.
  • Intuitiva, funciona a través de redes de asociación.
  • Impulsiva, guiada por emociones.
  • Ejecutora de nuestras rutinas habituales y guía de nuestras acciones.
  • Rectora de nuestros modelos mentales del mundo.
Por el contrario, la mente descendente es:
  • Más lenta.
  • Laboriosa.
  • El sitio del autocontrol, que a veces puede apoderarse de las rutinas automáticas y modificar impulsos guiados por la emoción.
  • Capaz de aprender nuevos modelos, hacer nuevos planes y hacerse cargo – hasta cierto punto – de nuestro repertorio automático.
La atención voluntaria, la disciplina y la decisión selectiva son descendentes. Cuando contemplamos la belleza de un atardecer o nos concentramos en lo que leemos o en una conversación profunda con otra persona, está en acción la mente descendente.
La mente ascendente realiza múltiples tareas en simultáneo, rastreando una profusión de estímulos que incluyen las características del medio que nos rodea y que aún no hemos enfocado.
Así, para un “manguera suelta” (ver libro No + Pálidas, pág. 128) asumido como soy yo, con violentos toques de “manguera loca”, esto no resulta nada nuevo, ya lo sabía.
Apenas comencé el libro Focus mi mente intuitiva, que funciona a través de redes de asociación, conectó a los líderes con algo que dice Daniel Goleman: “tu enfoque es tu realidad”.
Para lograr las metas se necesitan tres tipos de atención.
  • La atención interior que está en sintonía con la intuición,  los valores que nos guían y las mejores decisiones.
  • La atención en los demás, que mejora nuestras relaciones con las personas que forman parte de nuestra vida.
  • La atención exterior, que nos permite navegar por el mundo.
Un líder desconectado de su mundo interior no maneja el timón de su vida.
El que es ciego al mundo de los demás, está perdido.
El que es indiferente a los sistemas más amplios en los que opera, es vulnerable.
De acuerdo con Goleman, “no sólo los líderes se benefician con el equilibrio de esta atención triple. Todos nosotros vivimos en medios desafiantes, colmados de tensiones, de competencia por el logro de los objetivos y las atracciones de la vida moderna”. Cada una de las tres modalidades de atención puede ayudarnos a encontrar un equilibrio que nos permita ser felices y productivos.
Agrega  Goleman que ”en buena medida (tal vez en su totalidad) aquello que la mente descendente cree haber elegido para concentrarse, reflexionar y actuar es, en realidad, un plan impuesto de abajo hacia arriba”. Como señala con ironía el psicólogo Daniel Kahneman, citado por Goleman, “la mente descendente sería un personaje secundario que se cree protagonista”.

Las-claves-de-daniel-goleman-para-concentrar-la-atencion/

Monday, May 2, 2016

EL MIEDO EN EL CEREBRO



Estupendo documental-  "La ciencia del miedo" -de Discovery Chanel sobre la respuesta del MIEDO y su funcionamiento en el CEREBRO.....









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El mismo vídeo -la CIENCIA DEL MIEDO-  en dos partes: