RODILLAS Y EMOCIONES.
Las rodillas son las articulaciones en las cuales me arrodillo, me
abandono a la jerarquía normal o a lo que está encima mío y
también al movimiento y a la dirección que tienen lugar. Las
rodillas manifiestan por lo tanto mi grado de flexibilidad y sirven
para amortiguar los golpes cuando la presión es demasiado alta.
Están afectados cuando me desvalorizo con relación a mi físico o
mis marcas deportivas. Si tengo dificultad en doblar las rodillas,
demuestro con esto cierta rigidez.
Puede ser porque mi ego es muy fuerte y orgulloso. Una rodilla que
dobla fácilmente es un signo de humildad y flexibilidad. Las
rodillas son necesarias para mantener mi posición social y mi
estatuto.
Si tengo problemas en las rodillas, debo interrogarme para saber si
soy testarudo, rígido, orgulloso. Si mis rodillas ya no responden,
¿vivo quizás un conflicto con la autoridad (mi jefe, mis padres,
etc.)? ¿Tengo miedo de tomar cierta acción para ir hacía delante?
Tengo yo la sensación de que debo “doblar” en cierta situación
o deba “doblarme” delante de alguien o algo? Si tengo fluidos al
nivel de las rodillas( me inhibo emocionalmente contra el flujo
natural de los acontecimientos (resistencia al movimiento).
Si mis rodillas están lastimadas, se puede tratar de arrogancia,
testarudez o una resistencia que hace que cualquier progreso y avance
sea rígido o doloroso.
También puede que me desvalorice, me disminuya frente a mi físico o
mis marcas deportivas y entonces, hay muchas probabilidades de que me
haga daño a las rodillas. La inflamación o el dolor puede indicar
una rigidez frente a la autoridad o el sistema de leyes vigentes.
Puedo tener frecuentemente la sensación que debo obedecer (ej.:
delante de un padre, un profesor, jefe, incluso el cónyuge, etc.) y
“esto no me apetece en absoluto”! Puede que viva un conflicto
mental, una obstinación egoísta a no dejar fluir o a darme. Los
daños óseos o de los tejidos blandos se vinculan con un profundo
conflicto interior e implican el abandono, a un nivel más profundo,
el abandono de mi ego y de mi orgullo. Por esto, si quiero eliminar
las dolencias que afectan mi rodilla, debo aceptar abrirme al mundo
que me rodea y aceptar que pueda tener que cambiar mi modo de ser en
ciertos aspectos.
En el caso del higroma que afecta en particular a las monjas y
monjes, debo preguntarme cuál es el conflicto que vivo para con mi
espiritualidad y las implicaciones que conlleva en mi vida. El dolor
que siento cada vez que me pongo de rodillas (para rezar por ejemplo)
me recuerda mi conflicto interior y la necesidad de decidir por mí –
mismo lo que quiero en mi vida y hacer los cambios apropiados.
Acepto arrodillarme delante de alguien o una situación, o quizás
simplemente, delante de la vida en general, para poder recibir ayuda
y abrirme a una nueva realidad que no podía ver antes ya que estaba
encarcelado en mi propio universo. Y tengo todo el potencial
necesario para aceptar nuevas responsabilidades. Si vivo frustración
y culpabilidad porque me doy cuenta que siempre quiero tener razón y
que mi deseo de potencia social superior es insaciable, me paro y me
cuestiono sobre mis verdaderos valores para volver a lo esencial y
para permitir volver a mi corazón en vez de dejar todas las
decisiones a mi lado racional.
Por Jaques Martel
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