Control
de la impulsividad
Lo
más importante en la convivencia familiar y social es la capacidad
del ser humano de controlar la impulsividad ,ese actuar sin razonar o
por situaciones de presión que lleva a tantos conflictos entre los
miembros de una sociedad. Esta capacidad de controlarse nace y se
fortalece en la niñez , difícilmente podremos cambiar a un adulto
que desde niño no tuvo esa formación. Muñoz , S.(2003) dice que a
pesar de que la impulsividad tiende a considerarse como una
característica negativa, puede desempeñar un importante papel en el
comportamiento normal de las personas, puesto que la impulsividad
moderada puede ser evaluada como un rasgo socialmente beneficioso y
admirado (decisión, rapidez en las respuestas…). La intensidad de
la impulsividad es la que la convierte en patológica o disfuncional
(con predisposición a reacciones rápidas, no planeadas, ante
estímulos internos o externos, sin considerar las consecuencias
negativas de esas acciones).
La
impulsividad se convierte en patológica en individuos que frente a
una determinada situación, no pueden demorar el momento de
satisfacer una necesidad; así, según explica el doctor Gabriel
Rubio, co-autor del libro y Jefe de los servicios de Salud Mental del
distrito de Retiro en Madrid, “esa persona no puede demorar su
necesidad, por ejemplo, de beber y es entonces cuando se da atracones
a beber y entonces aparece el alcoholismo, o bien no puede demorar
una relación sexual y aparece la adicción al sexo. Puede ocurrir,
igualmente, que sienta una cierta incapacidad ante situaciones como
estar con más gente y se siente irritado, molesto y reacciona con
agresividad e incluso con violencia: en definitiva, el sujeto es
incapaz de inhibir una respuesta que en condiciones normales debería
poder ser inhibida”.
Las
conductas impulsivas incluyen tres dimensiones distintas:
1)Incapacidad
para utilizar la información disponible para pensar en las
consecuencias de los actos.
2)Incapacidad
para posponer una recompensa inmediata pero pequeña en pro de una
recompensa mayor aunque más tardía.
3)Un
déficit en suprimir una respuesta motora prepotente.(golpear a
alguien para humillarla)
Los
niños nacen con cierto nivel de habilidad en el control de sus
impulsos. El control de impulsos es un rasgo de temperamento, ¡tal
vez es un talento! Aún los niños con deficiencias en el control de
impulsos pueden mejorar sus habilidades con la crianza apropiada.
El
castigar las conductas problemáticas no ayuda mucho a los niños “a
riesgo” a desarrollar control de sus impulsos. La conducta
impulsiva de los niños “a riesgo” provoca conductas (o
prácticas) disciplinarias basadas en el castigo. ¡Este estilo de
crianza resulta en un empeoramiento de la conducta del niño.
El
libro “El Autocontrol Emocional”(Extremera y Fernández) nos
presenta unas pautas generales para una regulación emocional sana
que se pueden aplicar a diversas situaciones y así evitar momento de
descontrol propio.
1)
Analiza la situación y lo que provoca emocionalmente: el siguiente
paso es observar y “saber escuchar” los estados de ánimo con
exactitud. Consiste en analizar la situación y las emociones que
provocan.
2)
Identifica qué puedes regular para evitar impulsos descontrolados:
el paso a seguir es identificar y discriminar aquellos estados
emocionales negativos o positivos que requieren regulación.
3)
Crea tu propia lista de cosas que te hacen sentir relajado, feliz o
animado: enumera una lista de acciones que alivien tu estado de
ánimo. Por supuesto, éstas variarán en función de si lo que
queremos es levantar nuestro ánimo.
4)
Elige sabiamente qué hacer y cómo: elige aquella táctica que creas
que mejor resultado dará en la situación en la que te encuentres.
Es conveniente no dejarse llevar por los beneficios rápidos y a
corto plazo y pensar mejor en las ventajas a largo plazo. No
obstante, cualquier estrategia que utilicemos debe cumplir unas
condiciones elementales como son el respeto de nuestros derechos y de
los demás, que no implique daño a otras personas y, en muchos
casos, que sean social y culturalmente aceptadas.
5)
Evalúa si los objetivos propuestos se han cumplido: por último,
evaluar la efectividad de la estrategia emocional utilizada. Muchas
personas reaccionan descontroladamente a sus experiencias cotidianas
y luego se lamentan de su actuación. Esta reflexión facilita el
funcionamiento personal y social.
Es
evidente que con el marcado divisionismo que estamos experimentando
,hay discusiones y conflictos por todas partes ,unos más graves que
otros pero siempre peligrosos .Para tratar de desaparecer la
polarización patológica en la que hemos caído puede servir de
mucho controlar nuestra impulsividad ,saber escuchar a los demás y
respetar sus puntos de vista aun cuando no sean compatibles con los
nuestros ,la impulsividad no es buena aliada de la convivencia social
que todos necesitamos en estos momentos.
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