Podemos definir el efecto placebo como la mejora o desaparición de los síntomas de un paciente bajo un tratamiento que no tiene en si mismo propiedades curativas. La idea más extendida era que en el caso del dolor, el placebo actuaba sobre la representación de este, es decir que el dolor era el mismo, pero que a la persona le parecía menor. Sin embargo, los últimos estudios, realizados con las más avanzadas técnicas de neuroimagen, demuestran que los circuitos del dolor, así como la secreción de opioides son realmente modificados ante la expectativa del placebo.
Wager, en sus trabajos de 2007 y 2009, demostró que la administración de un placebo (una sustancia sin ningún efecto), que se presenta a los sujetos como un analgésico (es decir, un reductor del dolor), aumenta la secreción de opioides endógenos (sustancia encargada de controlar los mecanismos del dolor), además provoca que estos opioides sean más efectivos, ya que también aumenta la capacidad de unión entre los opioides y las zonas cerebrales a las que se dirigen. Además, activa vías neuronales que inhiben la trasmisión del dolor por parte de la medula espinal, es decir, la médula espinal realmente informa de menos dolor.
Por otro lado, Goffaux, en 2005 mostró la actividad del placebo en el cerebro, y del cerebro sobre la medula espinal, de manera que se modifica realmente la trasmisión neuronal del dolor. De nuevo, podemos decir que los circuitos neuronales informan realmente de menos dolor.
Por otro lado, según el trabajo de Goffaux, parece que hay un efecto contrario al placebo, de manera que la expectativa de que realmente habrá dolor, anula el efecto de los fármacos analgésicos (destinados a eliminar el dolor), al disminuir la actividad de las vías inhibitorias del tálamo a la médula.
Con estos estudios, se demuestran los canales neuronales a través de los cuales funciona el llamado efecto placebo, así como se subraya la importancia de las expectativas personales en el dolor. Podemos resumir diciendo que si creemos que algo tendrá efectos analgésicos, los tendrá, aunque solo sea por nuestra expectativa. Y lo que es más importante, estos efectos no son algo subjetivo, sino que nuestras expectativas generan cambios reales a nivel neurológico, y estos cambios se pueden observar con técnicas de neuroimagen. Parece que la separación mente-cuerpo cada vez es más débil.
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