Cuando
vemos nuestros pequeños y pequeñas, hijos, sobrinos, nietos o alumnos,
deseamos que esos pequeños, inocentes, puros y llenos de energía, nunca
tuvieran que sufrir. Es un deseo expresado prácticamente por todos los
padres, madres y mayores, “no quiero que estudie esto porque va a ser
muy duro y competitivo”, “no quiero que sufra”, “no quiero que tenga
dolor, no quiero que tenga sufrimiento”. Es normal, cuando queremos a
alguien le deseamos lo mejor y, desde luego, no le deseamos ningún
sufrimiento. Es más, cuando la compasión y el amor abre nuestros
corazón, tampoco le deseamos sufrimiento a gente más lejana a nosotros,
tampoco a gente que nos ha hecho mal.
Sin embargo, el sufrimiento forma parte de la vida, lo vamos a tener
de una forma o de otra, no podemos hacer nada para evitarlo. Podremos
evitar aquellos sufrimientos que dependan de nosotros mismos, de
nuestros actos, de nuestros pensamientos, de nuestra responsabilidad. No
podremos evitar esos otros sufrimientos que la vida, queramos o no, nos
va a regalar.
Recuerdo que mi madre un día me dijo “Yo
no podré evitar las lágrimas en tu vida, no puedo evitarte el
sufrimiento. Lo vas a tener. La Vida te lo garantiza. Mi misión como tu
madre es prepararte para que puedas resistir lo que la vida vaya a
darte”. Creo que me preparó bastante bien. (Gracias, siempre gracias).
Pero me gustaría reflexionar sobre algo más, sobre algo a lo que le
dedicaré alguna entrada, y alguna grabación Mindfulness próximamente. ¿Le deseamos a nuestros pequeños que el sufrimiento que tengan en su vida les haga más comprensivos, más compasivos, más sabios?
¿Les estamos educando, en las casas, en los colegios, para la
comprensión, para la compasión, para el Amor? ¿Les estamos haciendo
resistentes a las dificultades? ¿Les enseñamos a ayudar a otros en sus
dificultades? ¿O les estamos educando para el disfrute y el constante
entretenimiento?
Neurocientíficos y expertos en Mindfulness están generando una nueva
corriente en educación en EE.UU., Canadá y Reino Unido. Están
demostrando que es posible enseñar a los niños, desde pre-escolar,
meditación, que es posible enseñarles a ser más comprensivos,
compasivos, empáticos y, además, a estar más centrados y tener más éxito
académico.
Daniel J. Siegel y Jon Kabat-Zinn han apoyado un programa de
Mindfulness en escuelas públicas en EE.UU. junto con la organización
Mindful Schools. La actriz Goldie Hawn creó una fundación The Hawn Foundation
que introduce el Mindfulness y algunos conceptos de neurociencia (otra
vez con el apoyo de Daniel J. Siegel) en el currículum de colegios de
EE.UU. y Canadá. El neurocientífico Richard Davidson, que ha estudiado
el cerebro de los lamas, está ayudando a introducir en colegios el uso
del Mindfulness y de un currículum diseñado para que el cerebro de los
niños se oriente, desde el comienzo, hacia la amabilidad y la compasión.
Daniel J. Siegel y Tina Payne Bryson resumen una buena parte de esta
investigación en un libro muy práctico, para uso de padres y niños, se
ha traducido con el título: “El cerebro del niño. 12 estrategias
revolucionarias para cultivar la mente en desarrollo de tu hijo” (el
título original era The Whole Brain Child). Y Daniel Goleman, (sí, el de la Inteligencia Emocional) que viene colaborando con el Dalai Lama desde hace años, y practica Meditación desde el comienzo de su carrera, habla
de cómo ayudar a centrar la atención, en niños, adolescentes y adultos,
en el libro que acaba de publicar (y que ha salido unos días antes en
castellano que en inglés ¡Increíble!) y que se titula Focus. (Una gran ayuda para los padres con niños con déficit de atención).
Sirva esta entrada de aperitivo. Coger unas tapitas y algún refresco.
Pensemos un poco en estas preguntas. Charlemos sobre ello. Yo seguiré
hablando de esto en las próximas entradas que estoy preparando.
Autor del post:
Yolanda Calvo Gómez
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