Solo cuando tomamos distancia respecto de algo podemos tener cierta perspectiva de cómo nos afectan las cosas en el día a día. Ahora que a muchos nos quedan ya lejos las vacaciones aún persiste en nosotros el vivo recuerdo de los días sin estrés, sin la tensión acumulada tras largas jornadas de trabajo, sin “interferencias” del ámbito profesional en nuestro tiempo personal, etc. Es en esos momentos cuando el entorno offline recobra, solo parcialmente, su perdido protagonismo.
Desde su aparición, las redes sociales han ido ganando terreno en nuestro ámbito personal y, progresivamente, también en el profesional. Propiciado, en parte, por el elevado grado de penetración de los dispositivos “inteligentes” o smartphones, una gran cantidad de usuarios hemos incorporado a nuestra rutina diaria el hábito de consultar las redes sociales con cierta frecuencia (en cualquier momento y en cualquier lugar). El rápido y fácil acceso al entorno online hace que nuestro estado mental pueda etiquetarse de “conectado”. Además, los sistemas de notificaciones en tiempo real contribuyen a reforzar este estado de alerta por lo que, al igual que sucede con el email, resulta fácil llegar a asumir que leer y contestar estos mensajes en el momento en el que se reciben representa una necesidad o una obligación. Craso error, me temo. En la mayor parte de las ocasiones, la información que recibimos no justifica esta inmediatez en la respuesta. Aún así, el ruido al que nos exponen las redes sociales puede hacernos procastinar a las primeras de cambio, es decir,…
….postergar actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes o agradables.
Algunas investigaciones apuntan a que un uso excesivo de los medios de comunicación , y en especial los medios de comunicación ” multitarea “, pueden tener relación con síntomas asociados a la depresión y la ansiedad, como apunta este estudio de la universidad de Michigan. Ahora bien, en los resultados de esta investigación no queda claro si los medios de comunicación multitarea son los causantes de la depresión y ansiedad social , o si por el contrario, son las personas que están deprimidas y ansiosas las que están recurriendo a estos medios como una forma de evadirse de sus problemas. No obstante, sí parece demostrado que entornos sociales como Facebook pueden generar ciertos estados de frustración cuando no se usan para compartir sino para compararnos socialmente. En relación con esto conviene recordar que los medios sociales promueven mayoritariamente el desarrollo de identidades 2.0 orientadas a proyectar una imagen favorable de nosotros mismos por lo que el riesgo a exagerar ciertos atributos está muy presente. Se trata de un ejercicio narrativo en el que construimos nuestra identidad en base a la selección de ciertas piezas de información, descartando otras. El resultado es un flujo constante de datos que puede distorsionar la percepción que tenemos de los demás e incluso de nosotros mismos.
Algunos consejos que nos pueden ayudar a gestionar nuestras redes sociales sociales en el ámbito digital son los siguientes:
Pon toda la información en perspectiva. Evita cualquier sentimiento de envidia a partir de lo que veas o leas. En las redes sociales existe una tendencia general a presentarnos felices, interesantes, aventureros, etc. pero ocultamos descaradamente nuestras “miserias”. Recuerda aquel viejo refrán que dice “No es oro todo lo que reluce”.
Usa únicamente las redes sociales que te resulten útiles. No intentes tener presencia en todas y no estés por estar. Los medios sociales no son una obligación.
Establece límites. Si no quieres que las redes sociales se conviertan en ladrones de tiempo procura identificar momentos del día en los que las redes no interfieran negativamente en tu actividad diaria.
Antes de compartir, reflexiona. No es necesario ni recomendable retransmitir tu vida en directo. Intentemos no ser motivo de ruido.
¿Te animas a compartir otras estrategias que consideres efectivas?
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