Una de las formas más asequibles, rápidas y eficaces de sentirse entre bien, muy bien y fantásticamente bien, consiste en agradecer. Recuerdo a mi maestra de PNL repetir que “El agradecimiento es la unidad mínima de amor”. Así, si quieres amarte todavía más, es el momento de aprender a darte las gracias.
Mientras aprendí PNL, estuve en muchos trances. Algunos de ellos guiados por mi maestra. De entre todos los patrones lingüísticos que escuché en sus trances, uno de ellos me llegó muy profundo. Lo solía incluir al final de sus trances, antes de hacer que la persona regresara. Decía “Y puedes darte las gracias… por la manera en que te cuidas”. La primera vez que lo escuché en las profundidades de un trance, sentí que me tocaba por dentro muy cerca del corazón, un lugar que sentía hasta entonces entre adormecido y entumecido.
Mis compañeros y compañeras debieron de sentir algo equivalente, porque pronto me di cuenta de que incorporaban este patrón a los trances que inducían. En poco tiempo, en el grupo empezamos a sentirnos agradecidos por la manera en que nos cuidábamos. Todavía hoy, algunos años después, suelo terminar mis propios trances y meditaciones con la frase “Y me doy las gracias… por la manera en que me cuido”.
Por esto, te invito a que hagamos un poco de amor juntos aprendiendo sobre este y otros hábitos de gratitud. Recuerda: un hábito comienza con un día. Después se repite al día siguiente y todavía el día después. Cuando llevas un mes, el hábito funciona solo. De la misma manera en que recuerdas cepillarte los dientes cada día, recuerdas darte las gracias por la manera en que te cuidas. Eso te permite acceder inmediatamente al estado de agradecimiento, un estado muy agradable y contagioso. Sentirse bien es un valor preciado en este mundo. Haz más de este valor y prepárate para sorprenderte agradablemente. Aprender a amarte de esta manera tiene el potencial de cambiar tu vida para mejor en muchas áreas y niveles diferentes.
Apreciación
Inicia el proceso de apreciar. Puedes preguntarte qué puedes apreciar. ¿Por qué sientes agradecimiento? Las respuestas a estas preguntas te sorprenderán por ir a lo más básico.
Agua para beber. Comida para comer. Luz para ver por la noche y hacer funcionar algunos aparatos. Un calentador para poder ducharte con agua caliente. Una cama en la que dormir, soñar y descansar. Un techo y paredes para protegerte del frío, el viento y la lluvia. Ropa con la que vestirte. Algunas otras cosas sencillas por las que sientes profundo agradecimiento, tal vez un instrumento musical, un vehículo con el que desplazarte o alguna cosa con la que te gusta jugar. Y estamos todavía con los objetos…
Ahora, ¿por conocer a quién sientes agradecimiento? Tal vez tus seres queridos, los seres con los que compartes tu vida. Padre, madre, hermanos y hermanas, tíos y tías, abuelos y abuelas, amigos y amigas… Crea esta lista como prefieras y repásala en el orden que prefieras. Para mí es amor brutal lo que siento por la oportunidad de compartir el tiempo y el espacio con los seres a los que quiero y amo. Cuando me detengo y pienso en eso, el agradecimiento me embarga.
Instala el hábito de agradecer
Encuentra un vacío privado en tu interior en el que puedas crear un programa principal para agredecer todo esto. Puedes hacerlo sistemáticamente.
Al despertar, date las gracias por darte la oportunidad de disfrutar de un nuevo día.
Al desayunar, date las gracias por los alimentos que has preparado para ti. Puedes sentir agradecimiento por otros seres humanos que hicieron posible que estos alimentos llegaran hasta ti.
Al ducharte, da las gracias a la ducha y al calentador por funcionar. Están ahí para que puedas disfrutar de una ducha caliente, una de las experiencias más maravillosas de las que puedes disfrutar en el día a día.
Cuando llegues a tu vehículo, dale las gracias por estar ahí, esperándote, listo para llevarte adonde tú quieras. Cuando bajes de tu vehículo, dale las gracias por haberte traído hasta aquí. Un día podría dejar de funcionar. Si te acostumbras a agradecer cada vez que funciona, cuando lo haga sentirás agradecimiento por el servicio que te ha prestado en ese momento. Yo le doy las gracias a mi moto y le doy unos golpecitos cariñosos en el depósito cada vez que la encuentro y cada vez que me bajo de ella. Me lo agradece con un ronroneo.
Agradece la comida y la cena.
Cuando te acuestes en la cama y te dispongas a dormir, a soñar y a descansar, repasa el día y encuentra tres cosas que hayas hecho ese día por las que sientes especial agradecimiento. Repite esto cada noche.
Instalando este hábito de gratitud, generas unas sensaciones tan abrumadoramente agradables y placenteras que desintegran las sensaciones desagradables de cualquier cosa problemática. Es tomar el placer de un orgasmo sexual y llevarlo al corazón para permitir que se reparta desde ahí. Así es para mí. Si tú lo vives de otra manera, puedes compartirlo conmigo para que aprenda nuevas maneras de amarlo todo.
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