Por absurdo y sorprendente que suene, no me di cuenta de que sentía hasta hace poco más de cinco años. Sí, sentía dolor en ocasiones. Sí, a veces sentía frío o calor. Pero… eso era, básicamente y por resumir la historia, lo que sentía. ¿Espectacular? Sí. ¿Sorprendente? Sí. ¿Posible? Sí. Resumiéndolo todo un poco más, diré que no sentía nada. ¿Cómo es vivir la vida así? Un infierno. El infierno en la tierra. Un infierno que, al poco tiempo, me llevó a preguntarme “¿Cómo sería si me suicidara?”.
Afortunadamente para mí, en ese momento sentí la vida en mi interior. Sentí que quería vivir, y sentí que tenía una larga vida y un largo camino por delante. Ese fue el momento más duro y difícil de mi vida, y a la vez se convirtió en una suerte de bendición: resolví vivir, vivir con valentía y con coraje, y decidí cambiar para siempre. Empecé a aprender muchas cosas sobre mí, y además empecé a darme cuenta de cada paso de mi camino, lo que me permitió darme cuenta y hacerme consciente de muchas cosas a las que la mayoría de las personas no han tenido que poner palabras jamás. De esa manera, me considero afortunado por haber vivido aquella experiencia y todo lo que de ella se siguió.
Pero en este artículo quiero hablarte de sentirse bien, en concreto de aprender a sentirse bien. De cómo las buenas sensaciones son un poderoso activo en la vida, de que no tienes que conformarte con sentirte mal o regular sino que puedes aprender a generar buenas y excelentes sensaciones, y de cómo una vida sentida es más profunda y significativa que una vida sin sentimientos.
¿Cuántas veces al día piensas en algo que te hace sentir mal? ¿Cuántas veces al día piensas en algo que te hace sentir bien?
Para la mayoría de las personas, esta proporción está sumamente desequilibrada. La buena noticia es que se trata de un hábito, de una costumbre. Puedes aprender a hacerte sentir bien, muy bien, maravillosamente bien o cualquier otra combinación de las anteriores que se te ocurra, y puedes aprender a hacerlo más a menudo.
Hasta que lo hice, no sólo mi sufrimiento mental se incrementó hasta el punto de convertir mi mente en un infierno, sino que también lo hizo el sufrimiento de mi cuerpo.
Había padecido problemas de espalda durante casi una década, y estos problemas aumentaron todavía más. Sufrí varias contracturas a la altura de la cuarta vértebra dorsal. Una mañana descubrí que no me podía levantar de la cama. Ese fue uno de los dolores más brutales y terribles que he experimentado en mi vida. Cuando, minutos más tarde, pude incorporarme, me di cuenta de que no podía vestirme. Me llevó unos quince minutos conseguirlo. Fui al médico, quien me diagnosticó y me aplicó unas inyecciones en los músculos de la zona. Después inicié la rehabilitación y, durante varios meses, estuve haciendo ejercicios y recibiendo masajes y plastas calientes. Fue un tiempo terrible, pero lo único que pensaba hacer era resignarme y contarlo en el blog para desahogarme. Nada me hizo pensar en cambiar.
Cuando regresé de Alemania, después de haber pensado en suicidarme, después de haber tomado la resolución de vivir, empecé a darme cuenta de mi responsabilidad en todo lo que me ocurría. Una de las cosas de las que me di cuenta era de que mi bienestar dependía de mí, y estaba realmente cansado, ¡harto!, de sentirme mal, dolorido y francamente jodido. La siguiente vez en que me dolió la espalda, decidí que haría todo lo necesario para que esa fuera la última vez. Ya había tenido suficiente.
Busqué y encontré a un profesional que se ocupara de mi espalda. Durante meses acudí a su consulta, y pude notar la mejoría con el tiempo. Recuerdo haberme dicho en algunas ocasiones “Si tan sólo pudiera quitarme la espalda, sería feliz”. No creo que hubiera sido muy feliz sin espalda, pero en muchos momentos de mi vida hubiera deseado no tenerla. Sin embargo, con el tiempo, mi espalda se convirtió en una fuente de bienestar y buenas sensaciones, algo que no creía entonces posible.
Cuando empecé a meditar regularmente, me di cuenta de la enorme cantidad de tensiones que había en mi interior. Encontré músculos que ignoraba que tenía, y encontré que estaban duros y tensos como consecuencia de años de tensiones internas inconscientes. Primero los distinguí en el abdomen, luego en el diafragma, luego en el pecho, luego en los hombros y después en el cuello. Respirando conscientemente y aprendiendo, aprendí a relajar esas tensiones progresivamente. Además de hacer eso, busqué y encontré a una profesional a cuya consulta acudí durante meses para aprender a relajar todas esas tensiones. Descubrí las diferencias entre sentirme tenso y sentirme relajado, y descubrí que vivir sintiéndome relajado convertía el infierno en el paraíso. Me doy las gracias por lo que hice y lo que sigo haciendo por sentirme relajado y flexible.
Con esta historia quiero decirte que de ti depende cómo te sientes, y que tu bienestar es tu propia responsabilidad. Si te sientes mal, haz algo al respecto. Haz todo lo que sea necesario para sentirte bien. En serio, vale, y mucho, la pena.
Cuando te sientes mal, tomas malas decisiones, te metes en problemas y lo que sea que quieres hacer se siente como una hazaña digna de un héroe. Cuando te sientes bien, tiendes a tomar buenas decisiones, te resulta fácil relativizar los problemas y encontrar soluciones y te resulta fácil afrontar los retos que te plantea la vida o que te planteas tú mismo. Tu salud es una de las cosas más importantes de las que te puedes ocupar, y sentirte muy bien se añadirá a la buena salud y te permitirá afrontar la vida con alegría y buen humor. Pero no sólo eso, sino que el trato con otras personas mejorará sustancialmente.
Hay un fenómeno que tiene lugar cuando dos personas se encuentran. Este fenómeno ocurre a un nivel inconsciente, y se llama “transferencia de estados”. De la misma manera que cuando pones dos líquidos diferentes en un mismo recipiente éstos se mezclan, lo mismo ocurre cuando dos personas interactúan entre sí: tienden a ajustarse para alcanzar un estado común. Ahora, ¿cuántas buenas sensaciones aportas tú? ¿Cómo de bien te sientes? ¿Qué puedes hacer para sentirte mejor y aportar más? En tu vida y en tus relaciones, las buenas sensaciones son un poderoso activo. Cuida y enriquece tu estado, haz lo que sea necesario para sentirte progresivamente mejor.
¿Significa esto que no puedes sentirte mal? Por supuesto que no. Tendrás días malos. Tendrás días en los que te encuentres mal, pero puedes hacer que se conviertan en excepciones en lugar de ser la regla. Permítete sorprenderte por lo bien que puedes sentirte. El rango de emociones y buenas sensaciones, la paleta de distinciones en el espectro del bienestar, es infinito. Anímate y explóralo. ¿Cómo sería sentirte muy bien? ¿Cómo sería sentirte maravillosamente bien? ¿Cómo sería sentirte extáticamente bien? ¿Cuánto bienestar, placer y éxtasis puedes soportar? ¿Cuánto mejor puedes sentirte durante el día de hoy?
No se trata sólo de que la espalda te haya dejado de doler. No se trata sólo de que tus músculos estén relajados. ¿Qué hay de ese cosquilleo en la barriga? ¿Qué hay de esas fabulosas y profundamente agradables sensaciones en tu pecho? ¿Qué hay de esa risa tonta, floja e incontenible que empieza engurruñiendo los dedos de tus pies y termina sacudiéndote en una sana y orgásmica carcajada que no se detiene? ¿Cómo sería si juntaras todo eso?
Las posibilidades son infinitas. Puedes sentirte maravillosamente bien de un sinfín de maneras diferentes. Empieza a explorarlas, y hazlo ahora.
Demasiadas personas pasan demasiado tiempo cada día pensando en todo lo que no tienen. ¿Qué es lo que ya disfrutas en tu vida y por lo que puedes sentirte agradecido ahora? Encontrarás también cientos de cosas que entran en esta categoría.
Si estás leyendo este artículo, puedes ver, y eso es algo maravilloso por lo que puedes dar las gracias y sentir agradecimiento. En el mismo orden de cosas, respiras, otra maravilla. Si puedes recordar lo que desayunaste esta mañana, puedes darte las gracias por tu memoria. Si puede ponerte de pie, puedes dar las gracias a tus piernas por hacerlo posible. No tienes que pensar en el techo del que disfrutas o en que tienes una cama en la que descansar cada noche. No tienes que pensar en que tienes comida que comer, agua caliente y ropa que ponerte. Basta con que te des cuenta de que puedes sentirte agradecido por estar viviendo un nuevo día lleno de posibilidades y oportunidades.
Las cosas más importantes de la vida son las más pequeñas, las más cercanas, las que ya están ahí. Dar las gracias por ellas, contarlas y pasar revista, es una fabulosa manera de sentirse muy bien en un instante. Recuerda esto de vez en cuando, tal vez cada mañana cuando disfrutes de una ducha de agua caliente.
Con todo esto en mente, puedes sentirte todavía un poco mejor antes de terminar este artículo. Eso es. Ahora, toma esa sensación y date cuenta de dónde comienza, y permite que gire en tu interior mientras se amplifica todavía un poco más, rápida o lentamente. Y todavía un poco más, porque ¿cuánto placer más puedes soportar? Ojalá vivas un día más para descubrirlo.
Hasta entonces, disfruta del placer de aprender a hacer buenas sensaciones.
Afortunadamente para mí, en ese momento sentí la vida en mi interior. Sentí que quería vivir, y sentí que tenía una larga vida y un largo camino por delante. Ese fue el momento más duro y difícil de mi vida, y a la vez se convirtió en una suerte de bendición: resolví vivir, vivir con valentía y con coraje, y decidí cambiar para siempre. Empecé a aprender muchas cosas sobre mí, y además empecé a darme cuenta de cada paso de mi camino, lo que me permitió darme cuenta y hacerme consciente de muchas cosas a las que la mayoría de las personas no han tenido que poner palabras jamás. De esa manera, me considero afortunado por haber vivido aquella experiencia y todo lo que de ella se siguió.
Pero en este artículo quiero hablarte de sentirse bien, en concreto de aprender a sentirse bien. De cómo las buenas sensaciones son un poderoso activo en la vida, de que no tienes que conformarte con sentirte mal o regular sino que puedes aprender a generar buenas y excelentes sensaciones, y de cómo una vida sentida es más profunda y significativa que una vida sin sentimientos.
La conexión cuerpo-mente
Algunas personas consideran que el cuerpo es una cosa y la mente es otra. Algunas personas consideran incluso que ambas cosas pueden considerarse por separado. Para mí, la mente y el cuerpo forman una unidad. En otras palabras, la mente y el cuerpo son diferentes manifestaciones de lo mismo. El cuerpo influye en la mente y la mente influye en el cuerpo, y esto es para mí tan evidente que hace tiempo que se convirtió en una verdad de acuerdo a la que vivo.¿Cuántas veces al día piensas en algo que te hace sentir mal? ¿Cuántas veces al día piensas en algo que te hace sentir bien?
Para la mayoría de las personas, esta proporción está sumamente desequilibrada. La buena noticia es que se trata de un hábito, de una costumbre. Puedes aprender a hacerte sentir bien, muy bien, maravillosamente bien o cualquier otra combinación de las anteriores que se te ocurra, y puedes aprender a hacerlo más a menudo.
Lo que hacía yo
En algún momento de mi adolescencia, inconscientemente, comencé a encontrar algunas ventajas al sentirme mal. Un poco más adelante, abrí un blog titulado El Sentido de la Vida en el que expresaba mis lamentos y mi malestar de una manera divertida. Me convertí en un desgraciado, y empecé a disfrutar de la atención de una creciente masa de lectores y lectoras. Cuanto más desgraciado era, cuando peor me iba, más divertido resultaba y más personas leían lo que escribía. El éxito del blog quedó conectado a mi malestar e, inconscientemente, alimentaba ese malestar y promovía sin darme cuenta el número de desgracias que ocurrían en mi vida. Pasaba gran parte del día pensando en todo lo que estaba mal con el mundo, en lo jodidas que estaban las cosas y en cómo mis propósitos podían salir mal. En mi mente ingenieril, pensaba en todo lo malo que podía ocurrir y entonces me lamentaba ante ello (¡incluso antes de que hubiera sucedido!) y buscaba y encontraba maneras de prevenir los desagradables acontecimientos que preconizaba. Al hacerlo, pasaba mucho más tiempo pensando en todos los desastres que podían ocurrir que en todas las cosas buenas que podía crear en mi vida así como las maneras en que podría llevarlas a cabo. Yo era un pobre desgraciado, y triunfar, disfrutar o pasármelo bien eran cosas que estaban más allá de los límites de esa identidad que me había creado. Tardé mucho tiempo en comprender todo esto. Afortunadamente, mi vida se convirtió en la manera necesaria de darme cuenta de lo que estaba haciendo, hacerme consciente de mis procesos inconscientes y aprender a hacer alguno nuevo en su lugar.Hasta que lo hice, no sólo mi sufrimiento mental se incrementó hasta el punto de convertir mi mente en un infierno, sino que también lo hizo el sufrimiento de mi cuerpo.
Había padecido problemas de espalda durante casi una década, y estos problemas aumentaron todavía más. Sufrí varias contracturas a la altura de la cuarta vértebra dorsal. Una mañana descubrí que no me podía levantar de la cama. Ese fue uno de los dolores más brutales y terribles que he experimentado en mi vida. Cuando, minutos más tarde, pude incorporarme, me di cuenta de que no podía vestirme. Me llevó unos quince minutos conseguirlo. Fui al médico, quien me diagnosticó y me aplicó unas inyecciones en los músculos de la zona. Después inicié la rehabilitación y, durante varios meses, estuve haciendo ejercicios y recibiendo masajes y plastas calientes. Fue un tiempo terrible, pero lo único que pensaba hacer era resignarme y contarlo en el blog para desahogarme. Nada me hizo pensar en cambiar.
Asume la responsabilidad de tu bienestar
Los políticos hablan del estado de bienestar. Dejar tu bienestar en manos de los políticos o de las circunstancias es una de las peores decisiones que puedes tomar. Eres responsable de tu bienestar. De ti depende si te sientes bien o si te sientes mal. Te guste o no, es cosa tuya. A nadie más le importa y le concierne más que a ti.Cuando regresé de Alemania, después de haber pensado en suicidarme, después de haber tomado la resolución de vivir, empecé a darme cuenta de mi responsabilidad en todo lo que me ocurría. Una de las cosas de las que me di cuenta era de que mi bienestar dependía de mí, y estaba realmente cansado, ¡harto!, de sentirme mal, dolorido y francamente jodido. La siguiente vez en que me dolió la espalda, decidí que haría todo lo necesario para que esa fuera la última vez. Ya había tenido suficiente.
Busqué y encontré a un profesional que se ocupara de mi espalda. Durante meses acudí a su consulta, y pude notar la mejoría con el tiempo. Recuerdo haberme dicho en algunas ocasiones “Si tan sólo pudiera quitarme la espalda, sería feliz”. No creo que hubiera sido muy feliz sin espalda, pero en muchos momentos de mi vida hubiera deseado no tenerla. Sin embargo, con el tiempo, mi espalda se convirtió en una fuente de bienestar y buenas sensaciones, algo que no creía entonces posible.
Cuando empecé a meditar regularmente, me di cuenta de la enorme cantidad de tensiones que había en mi interior. Encontré músculos que ignoraba que tenía, y encontré que estaban duros y tensos como consecuencia de años de tensiones internas inconscientes. Primero los distinguí en el abdomen, luego en el diafragma, luego en el pecho, luego en los hombros y después en el cuello. Respirando conscientemente y aprendiendo, aprendí a relajar esas tensiones progresivamente. Además de hacer eso, busqué y encontré a una profesional a cuya consulta acudí durante meses para aprender a relajar todas esas tensiones. Descubrí las diferencias entre sentirme tenso y sentirme relajado, y descubrí que vivir sintiéndome relajado convertía el infierno en el paraíso. Me doy las gracias por lo que hice y lo que sigo haciendo por sentirme relajado y flexible.
Con esta historia quiero decirte que de ti depende cómo te sientes, y que tu bienestar es tu propia responsabilidad. Si te sientes mal, haz algo al respecto. Haz todo lo que sea necesario para sentirte bien. En serio, vale, y mucho, la pena.
Las buenas sensaciones: un poderoso activo
A menudo pensamos en el tiempo y el dinero como los recursos más importantes. Permíteme añadir un nuevo recurso a tu cartera de activos: las buenas sensaciones.Cuando te sientes mal, tomas malas decisiones, te metes en problemas y lo que sea que quieres hacer se siente como una hazaña digna de un héroe. Cuando te sientes bien, tiendes a tomar buenas decisiones, te resulta fácil relativizar los problemas y encontrar soluciones y te resulta fácil afrontar los retos que te plantea la vida o que te planteas tú mismo. Tu salud es una de las cosas más importantes de las que te puedes ocupar, y sentirte muy bien se añadirá a la buena salud y te permitirá afrontar la vida con alegría y buen humor. Pero no sólo eso, sino que el trato con otras personas mejorará sustancialmente.
Hay un fenómeno que tiene lugar cuando dos personas se encuentran. Este fenómeno ocurre a un nivel inconsciente, y se llama “transferencia de estados”. De la misma manera que cuando pones dos líquidos diferentes en un mismo recipiente éstos se mezclan, lo mismo ocurre cuando dos personas interactúan entre sí: tienden a ajustarse para alcanzar un estado común. Ahora, ¿cuántas buenas sensaciones aportas tú? ¿Cómo de bien te sientes? ¿Qué puedes hacer para sentirte mejor y aportar más? En tu vida y en tus relaciones, las buenas sensaciones son un poderoso activo. Cuida y enriquece tu estado, haz lo que sea necesario para sentirte progresivamente mejor.
¿Significa esto que no puedes sentirte mal? Por supuesto que no. Tendrás días malos. Tendrás días en los que te encuentres mal, pero puedes hacer que se conviertan en excepciones en lugar de ser la regla. Permítete sorprenderte por lo bien que puedes sentirte. El rango de emociones y buenas sensaciones, la paleta de distinciones en el espectro del bienestar, es infinito. Anímate y explóralo. ¿Cómo sería sentirte muy bien? ¿Cómo sería sentirte maravillosamente bien? ¿Cómo sería sentirte extáticamente bien? ¿Cuánto bienestar, placer y éxtasis puedes soportar? ¿Cuánto mejor puedes sentirte durante el día de hoy?
No se trata sólo de que la espalda te haya dejado de doler. No se trata sólo de que tus músculos estén relajados. ¿Qué hay de ese cosquilleo en la barriga? ¿Qué hay de esas fabulosas y profundamente agradables sensaciones en tu pecho? ¿Qué hay de esa risa tonta, floja e incontenible que empieza engurruñiendo los dedos de tus pies y termina sacudiéndote en una sana y orgásmica carcajada que no se detiene? ¿Cómo sería si juntaras todo eso?
Las posibilidades son infinitas. Puedes sentirte maravillosamente bien de un sinfín de maneras diferentes. Empieza a explorarlas, y hazlo ahora.
Los cimientos de la casa: el agradecimiento
Recuerdo escuchar decir a mi profesora de PNL que el agradecimiento es la unidad mínima de amor. Empieza por ahí. ¿Por qué puedes sentirte agradecido ahora mismo?Demasiadas personas pasan demasiado tiempo cada día pensando en todo lo que no tienen. ¿Qué es lo que ya disfrutas en tu vida y por lo que puedes sentirte agradecido ahora? Encontrarás también cientos de cosas que entran en esta categoría.
Si estás leyendo este artículo, puedes ver, y eso es algo maravilloso por lo que puedes dar las gracias y sentir agradecimiento. En el mismo orden de cosas, respiras, otra maravilla. Si puedes recordar lo que desayunaste esta mañana, puedes darte las gracias por tu memoria. Si puede ponerte de pie, puedes dar las gracias a tus piernas por hacerlo posible. No tienes que pensar en el techo del que disfrutas o en que tienes una cama en la que descansar cada noche. No tienes que pensar en que tienes comida que comer, agua caliente y ropa que ponerte. Basta con que te des cuenta de que puedes sentirte agradecido por estar viviendo un nuevo día lleno de posibilidades y oportunidades.
Las cosas más importantes de la vida son las más pequeñas, las más cercanas, las que ya están ahí. Dar las gracias por ellas, contarlas y pasar revista, es una fabulosa manera de sentirse muy bien en un instante. Recuerda esto de vez en cuando, tal vez cada mañana cuando disfrutes de una ducha de agua caliente.
Con todo esto en mente, puedes sentirte todavía un poco mejor antes de terminar este artículo. Eso es. Ahora, toma esa sensación y date cuenta de dónde comienza, y permite que gire en tu interior mientras se amplifica todavía un poco más, rápida o lentamente. Y todavía un poco más, porque ¿cuánto placer más puedes soportar? Ojalá vivas un día más para descubrirlo.
Hasta entonces, disfruta del placer de aprender a hacer buenas sensaciones.
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