Carl Gustav Jung hizo algunas contribuciones verdaderamente importantes al campo de la psicología. Trabajó con Freud en la idea de lo inconsciente, fue un poco más allá explorando el concepto de lo inconsciente colectivo y también nos dejó la idea de la que quiero hablar en este artículo: la sombra.
A medida que crecemos, e incluso durante el resto de nuestras vidas, desarrollamos nuevos comportamientos. Algunos son comportamientos “bien vistos” en la sociedad en la que vivimos, como sacar dieces en el colegio o hacer amigos con facilidad, y otros son “mal vistos”, como tirar pieles de plátano en las aceras para que la gente resbale y se parta la crisma o escupir desde un séptimo piso para ver si aciertas a esa cabeza que discurre por la acera. La sociedad, en la forma de padres, amigos, profesores, familiares, etc etc etc, tiene sus propias ideas sobre lo que está bien y lo que está mal, y harán lo necesario para premiar unos comportamientos y sancionar otros. Sin embargo, todos somos humanos y sentimos impulsos naturales para hacer unas cosas u otras, y reprimir estos impulsos naturales tiene un precio. El precio a pagar es la inconsciencia.
Estos impulsos, reprimidos o a la espera de ser canalizados de una manera útil, beneficiosa y positiva, permanecen en su lugar y continúan aflorando una y otra vez. Si a la persona le resultan reprobables o indeseados, los esquivará, los justificará o los reprimirá directamente. Sin embargo, todas estas partes de la persona la “secuestrarán” para manifestarse de manera inconsciente y cubrirán sus huellas mediante sofisticadas estrategias internas que hacen uso de la distracción y de la amnesia para llevar a cabo lo que sea que tengan que hacer. Estos mecanismos quedan en la sombra, fuera de la percepción consciente de la persona. Si le señalas a alguien uno de estos comportamientos actuará como si no se hubiera dado cuenta; no porque haya maldad tras la intención, sino porque verdaderamente la persona no se da cuenta de lo que hace. Para otras personas puede resultar fácil notar la aparición de la sombra y el resultado de sus actividades, pero para la persona en cuestión este proceso queda en su “ángulo muerto”, de la misma manera en que a veces estás conduciendo y tienes un coche a tu lado y miras por el rabillo del ojo y no lo ves, y miras por el retrovisor y no lo ves, y cuando intentas cambiar de carril… sorpresa.
Puedes pensar que la sombra, como concepto relacionado con el inconsciente, sólo tiene connotaciones negativas. Sólo recuerda que el bien y el mal son conceptos humanos y que en todo lo bueno hay algo malo y en todo lo malo hay algo bueno.
Lo bueno es que en la sombra podemos encontrar una gran cantidad de luz. Bajo la alfombra del inconsciente, en ese lugar en el que guardamos lo que somos y lo que hacemos y que no nos gusta, odiamos o reprobamos, se encuentran grandes cantidades de energía, así como habilidades y cualidades que, hechas conscientes, podemos poner a nuestro servicio y canalizar y reconducir de maneras positivas en nuestro beneficio.
Conozco algunas maneras diferentes de abordar el desagradable trabajo de meter las manos en la propia ponzoña, sacar la porquería pastosa, ponerla encima de la mesa y empezar a pasarla por el tamiz para encontrar los tesoros. La que te traigo hoy es una de ellas.
Escribe en el primer cuadrante el nombre de una persona a la que odies. Ve con la primera persona en la que puedas pensar. A continuación, escribe bajo su nombre una lista con todas las razones por las que odias a esta persona. Cuando hayas terminado, pasa al segundo cuadrante.
En este cuadrante escribe el nombre de una persona a la que admires. De nuevo, ve con el nombre de la primera persona en la que pienses. Debajo, escribe una lista con todas las razones por las que admiras a esta persona. Cuando hayas terminado, repite de nuevo el proceso con los dos cuadrantes restantes.
Observa la hoja con los nombres y las razones. Tómate un momento para reflexionar sobre la información que has obtenido de tu interior.
Lo que voy a sugerirte ahora es que las cualidades, las habilidades… esas razones por las que odias y admiras a estas personas… son cualidades, habilidades, aspectos de ti de los que todavía no te has hecho cargo, así que es el momento adecuado para tomarte un momento y adoptar el compromiso de aceptar que todo esto que has encontrado en esas personas es parte de ti, y asumir la responsabilidad de desarrollar y enriquecer estas habilidades y cualidades que ya están en ti.
Con esto concluye este ejercicio de la sombra. Espero que te haya resultado interesante, fructífero y educativo.
A medida que crecemos, e incluso durante el resto de nuestras vidas, desarrollamos nuevos comportamientos. Algunos son comportamientos “bien vistos” en la sociedad en la que vivimos, como sacar dieces en el colegio o hacer amigos con facilidad, y otros son “mal vistos”, como tirar pieles de plátano en las aceras para que la gente resbale y se parta la crisma o escupir desde un séptimo piso para ver si aciertas a esa cabeza que discurre por la acera. La sociedad, en la forma de padres, amigos, profesores, familiares, etc etc etc, tiene sus propias ideas sobre lo que está bien y lo que está mal, y harán lo necesario para premiar unos comportamientos y sancionar otros. Sin embargo, todos somos humanos y sentimos impulsos naturales para hacer unas cosas u otras, y reprimir estos impulsos naturales tiene un precio. El precio a pagar es la inconsciencia.
Estos impulsos, reprimidos o a la espera de ser canalizados de una manera útil, beneficiosa y positiva, permanecen en su lugar y continúan aflorando una y otra vez. Si a la persona le resultan reprobables o indeseados, los esquivará, los justificará o los reprimirá directamente. Sin embargo, todas estas partes de la persona la “secuestrarán” para manifestarse de manera inconsciente y cubrirán sus huellas mediante sofisticadas estrategias internas que hacen uso de la distracción y de la amnesia para llevar a cabo lo que sea que tengan que hacer. Estos mecanismos quedan en la sombra, fuera de la percepción consciente de la persona. Si le señalas a alguien uno de estos comportamientos actuará como si no se hubiera dado cuenta; no porque haya maldad tras la intención, sino porque verdaderamente la persona no se da cuenta de lo que hace. Para otras personas puede resultar fácil notar la aparición de la sombra y el resultado de sus actividades, pero para la persona en cuestión este proceso queda en su “ángulo muerto”, de la misma manera en que a veces estás conduciendo y tienes un coche a tu lado y miras por el rabillo del ojo y no lo ves, y miras por el retrovisor y no lo ves, y cuando intentas cambiar de carril… sorpresa.
Puedes pensar que la sombra, como concepto relacionado con el inconsciente, sólo tiene connotaciones negativas. Sólo recuerda que el bien y el mal son conceptos humanos y que en todo lo bueno hay algo malo y en todo lo malo hay algo bueno.
Lo bueno es que en la sombra podemos encontrar una gran cantidad de luz. Bajo la alfombra del inconsciente, en ese lugar en el que guardamos lo que somos y lo que hacemos y que no nos gusta, odiamos o reprobamos, se encuentran grandes cantidades de energía, así como habilidades y cualidades que, hechas conscientes, podemos poner a nuestro servicio y canalizar y reconducir de maneras positivas en nuestro beneficio.
Conozco algunas maneras diferentes de abordar el desagradable trabajo de meter las manos en la propia ponzoña, sacar la porquería pastosa, ponerla encima de la mesa y empezar a pasarla por el tamiz para encontrar los tesoros. La que te traigo hoy es una de ellas.
El ejercicio de la sombra
Manos a la obra. Toma una hoja de papel y algo para escribir y divide esta hoja en cuatro mediante dos líneas, una vertical y otra horizontal.Escribe en el primer cuadrante el nombre de una persona a la que odies. Ve con la primera persona en la que puedas pensar. A continuación, escribe bajo su nombre una lista con todas las razones por las que odias a esta persona. Cuando hayas terminado, pasa al segundo cuadrante.
En este cuadrante escribe el nombre de una persona a la que admires. De nuevo, ve con el nombre de la primera persona en la que pienses. Debajo, escribe una lista con todas las razones por las que admiras a esta persona. Cuando hayas terminado, repite de nuevo el proceso con los dos cuadrantes restantes.
Observa la hoja con los nombres y las razones. Tómate un momento para reflexionar sobre la información que has obtenido de tu interior.
Lo que voy a sugerirte ahora es que las cualidades, las habilidades… esas razones por las que odias y admiras a estas personas… son cualidades, habilidades, aspectos de ti de los que todavía no te has hecho cargo, así que es el momento adecuado para tomarte un momento y adoptar el compromiso de aceptar que todo esto que has encontrado en esas personas es parte de ti, y asumir la responsabilidad de desarrollar y enriquecer estas habilidades y cualidades que ya están en ti.
Con esto concluye este ejercicio de la sombra. Espero que te haya resultado interesante, fructífero y educativo.
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