Cuando la vida nos presenta un reto siempre se nos abren, como mínimo, dos caminos… de cuál de ellos transitemos dependerá donde lleguemos.
Cuando la vida nos presenta un reto normalmente nos está invitando a dar un salto cuántico, a hacer un cambio que nos permita acercarnos más a nuestra esencia y, por lo tanto, a nuestra paz y bienestar. Por ello uno de los caminos nos suele llevar a ese salto cualitativo en la definición de quienes somos, está ahí para ayudarnos a deshacernos de miedos, adicciones u otras estrategias que utiliza nuestra mente para mantenernos supuestamente seguros pero estancados, que es el destino del segundo de los caminos.
Si los acontecimientos de nuestra vida se repiten, si tenemos la sensación de que cometemos los mismos errores, de que estamos sufriendo de nuevo la misma historia, es que hemos elegido ese segundo camino que es más fácil para nosotros a corto plazo pero que nos lleva al mismo punto del inicio, como si estuviésemos dando vueltas en una rotonda infinita.
El otro día tuve en consulta una pareja dispuesta a superar la crisis que atraviesa su matrimonio tras más de treinta años de relación y que es un buen ejemplo de estos dos caminos. Llevan ya tiempo en crisis y cuanto más intentan resolverlo más se deteriora la relación. Están enredados en tratar de solucionarlo convenciendo al otro, tratando de demostrar que “yo tengo razón”, por lo tanto tú eres la que tienes que cambiar. Y cuanto más intenta, especialmente él, tener razón y que su relación no cambie más la aleja a ella de su lado. No se da cuenta de que lo que les ha funcionado hasta ahora ya no funciona más, que es hora de buscar una solución diferente a las anteriores, que no se puede volver a estar como antes porque ese antes es precisamente el que les ha traído hasta la situación actual y ahora es un nuevo tiempo.
Esta manera de actuar, que es el camino que con más frecuencia solemos tomar por ser el más fácil y conocido, no le está llevando a ningún sitio, pero aún así él lo sigue intentando ¿Por qué? Pues por las paradojas en las que entra nuestra mente. El miedo a perder la relación y al dolor que eso podría conllevar le hace entrar en el sufrimiento, que es un dolor permanente. Ya hemos visto otras veces que el dolor, cuando nos permitimos sentir la emoción que lo provoca, hace una curva que sube y luego baja, el dolor se vive dentro, es interno. El sufri-miento, las mentiras que la mente utiliza para tratar de controlar o evitar el dolor, por el contrario nunca baja porque dejamos de sentir la emoción para pensar en ella, y cuando pensamos una emoción ésta se estanca. Los pensamientos suelen tratar de cambiar algo fuera, en vez de atender lo que está pasando dentro de nosotros, y como solo tenemos poder sobre lo de dentro cualquier intento de cambiar lo de fuera para evitar afrontar lo de dentro es inútil y no resuelve nada, por lo que el sufrimiento es permanente, no baja. Tratar de cambiar al otro o lo de fuera simplemente no funciona, no soluciona nada.
Él dice que lo hace por amor, pero amor sería dejar que ella tome la decisión que sea mejor para ella, para su felicidad y crecimiento, incluso si ella elige salir de la relación. El amor da libertad mientras que el miedo trata de evitar aquello que nos duele, así que el no trata de convencerla por amor sino por miedo. Tiene que ver más con el enamoramiento y la fantasía, que veíamos en nuestro anterior post. de que el otro va a llenar nuestras carencias y que nuestra felicidad depende del otro. Si el otro se va sufrimos así que lucho porque se quede por miedo a sufrir, no porque quiero lo mejor para el otro o para la relación sino porque quiero lo mejor para mi, o por lo que mi mente manejada por el miedo piensa que es lo mejor para mi.
El camino de la mente también nos engaña con el paradigma de lo que está bien y mal, con el juicio permanente que nos mantiene en una esclavitud emocional como veíamos en otro de nuestros últimos posts. Frente a ese dualismo mental de lo que está bien o mal, la libertad y el bienestar consisten en ir por el otro camino, el que nos permite conectar con aquello que es coherente para nuestro corazón y salir de aquello que puede ser fácil, normal o cómodo pero que en el fondo es incoherente con nuestro corazón, incoherente con la vida que lo que prioriza es la evolución.
Ante la impotencia de encontrarse en un bucle el paciente me preguntaba “Pero ¿qué hago?” que es otro de los trucos del camino fácil, controlar las cosas desde nuestro hacer, en vez del camino mucho más difícil de rendirnos a ser, dándonos cuenta de que no hay nada que hacer y que lo que nuestra pareja nos pide es que seamos nosotros mismos. Lo que nos conecta profundamente con el otro es nuestra esencia, aunque evidentemente lo que hacemos en una relación es importante y debe ser una manifestación coherente de nuestra esencia, cuando lo que somos y lo que hacemos está en coherencia el amor puede desarrollarse.
En un momento de la sesión, lleno de frustración y manteniendo la lucha de su mente, también manifestó “¿Pero por qué nos pasa esto?” deslizándose de nuevo en el camino fácil que no lleva a ningún sitio. La pregunta por qué tiene que ver con el pasado, con manifestar una resistencia a lo que es, con querer evitar el salto al que la vida nos invita, y por tanto nos mantiene en la queja y estancados. Frente a ello, el camino menos transitado nos invita a preguntarnos “¿Para qué?” ¿para qué llega esta crisis a mi vida? ¿Qué me está invitando a cambiar, evolucionar, transformar, trascender? ¿Para qué he tomado las decisiones que me han llevado hasta aquí, que me quiere transmitir profundamente esta situación? Obviamente las respuestas no estarán ahí inmediatamente, pero si mantengo una actitud de apertura antes o después las respuestas nos llegarán y descubriremos con agradecimiento la gran oportunidad que una crisis siempre esconde bajo la superficie.
Al fin y al cabo estos dos caminos tienen que ver con la lucha entre distintas partes de nosotros, por un lado está esa parte sabia, conectada y profunda cuyo objetivo es la evolución, el crecimiento permanente y acercarnos más a lo que somos. Esa parte que cuando nos estancamos y queremos que las cosas sean fáciles y cómodas nos trae un aviso en forma de crisis para que no echemos nuestra vida a perder. Por otro lado está la mente, que busca quedarse segura y cómoda en lo conocido porque aquello que no controla desata todos sus miedos, y por tanto los saltos al vacío es lo que más hay que evitar. La mente que dice “más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer” y que se resiste a la evolución por miedo a lo desconocido, al vacío.
Quizá mañana la vida, que es generosa y paciente, te vuelva a dar la oportunidad de abrir delante de ti estos dos caminos… ¿Cuál elegirás?
Antonio de Dios González
Cuando la vida nos presenta un reto normalmente nos está invitando a dar un salto cuántico, a hacer un cambio que nos permita acercarnos más a nuestra esencia y, por lo tanto, a nuestra paz y bienestar. Por ello uno de los caminos nos suele llevar a ese salto cualitativo en la definición de quienes somos, está ahí para ayudarnos a deshacernos de miedos, adicciones u otras estrategias que utiliza nuestra mente para mantenernos supuestamente seguros pero estancados, que es el destino del segundo de los caminos.
Si los acontecimientos de nuestra vida se repiten, si tenemos la sensación de que cometemos los mismos errores, de que estamos sufriendo de nuevo la misma historia, es que hemos elegido ese segundo camino que es más fácil para nosotros a corto plazo pero que nos lleva al mismo punto del inicio, como si estuviésemos dando vueltas en una rotonda infinita.
El otro día tuve en consulta una pareja dispuesta a superar la crisis que atraviesa su matrimonio tras más de treinta años de relación y que es un buen ejemplo de estos dos caminos. Llevan ya tiempo en crisis y cuanto más intentan resolverlo más se deteriora la relación. Están enredados en tratar de solucionarlo convenciendo al otro, tratando de demostrar que “yo tengo razón”, por lo tanto tú eres la que tienes que cambiar. Y cuanto más intenta, especialmente él, tener razón y que su relación no cambie más la aleja a ella de su lado. No se da cuenta de que lo que les ha funcionado hasta ahora ya no funciona más, que es hora de buscar una solución diferente a las anteriores, que no se puede volver a estar como antes porque ese antes es precisamente el que les ha traído hasta la situación actual y ahora es un nuevo tiempo.
Esta manera de actuar, que es el camino que con más frecuencia solemos tomar por ser el más fácil y conocido, no le está llevando a ningún sitio, pero aún así él lo sigue intentando ¿Por qué? Pues por las paradojas en las que entra nuestra mente. El miedo a perder la relación y al dolor que eso podría conllevar le hace entrar en el sufrimiento, que es un dolor permanente. Ya hemos visto otras veces que el dolor, cuando nos permitimos sentir la emoción que lo provoca, hace una curva que sube y luego baja, el dolor se vive dentro, es interno. El sufri-miento, las mentiras que la mente utiliza para tratar de controlar o evitar el dolor, por el contrario nunca baja porque dejamos de sentir la emoción para pensar en ella, y cuando pensamos una emoción ésta se estanca. Los pensamientos suelen tratar de cambiar algo fuera, en vez de atender lo que está pasando dentro de nosotros, y como solo tenemos poder sobre lo de dentro cualquier intento de cambiar lo de fuera para evitar afrontar lo de dentro es inútil y no resuelve nada, por lo que el sufrimiento es permanente, no baja. Tratar de cambiar al otro o lo de fuera simplemente no funciona, no soluciona nada.
Él dice que lo hace por amor, pero amor sería dejar que ella tome la decisión que sea mejor para ella, para su felicidad y crecimiento, incluso si ella elige salir de la relación. El amor da libertad mientras que el miedo trata de evitar aquello que nos duele, así que el no trata de convencerla por amor sino por miedo. Tiene que ver más con el enamoramiento y la fantasía, que veíamos en nuestro anterior post. de que el otro va a llenar nuestras carencias y que nuestra felicidad depende del otro. Si el otro se va sufrimos así que lucho porque se quede por miedo a sufrir, no porque quiero lo mejor para el otro o para la relación sino porque quiero lo mejor para mi, o por lo que mi mente manejada por el miedo piensa que es lo mejor para mi.
El camino de la mente también nos engaña con el paradigma de lo que está bien y mal, con el juicio permanente que nos mantiene en una esclavitud emocional como veíamos en otro de nuestros últimos posts. Frente a ese dualismo mental de lo que está bien o mal, la libertad y el bienestar consisten en ir por el otro camino, el que nos permite conectar con aquello que es coherente para nuestro corazón y salir de aquello que puede ser fácil, normal o cómodo pero que en el fondo es incoherente con nuestro corazón, incoherente con la vida que lo que prioriza es la evolución.
Ante la impotencia de encontrarse en un bucle el paciente me preguntaba “Pero ¿qué hago?” que es otro de los trucos del camino fácil, controlar las cosas desde nuestro hacer, en vez del camino mucho más difícil de rendirnos a ser, dándonos cuenta de que no hay nada que hacer y que lo que nuestra pareja nos pide es que seamos nosotros mismos. Lo que nos conecta profundamente con el otro es nuestra esencia, aunque evidentemente lo que hacemos en una relación es importante y debe ser una manifestación coherente de nuestra esencia, cuando lo que somos y lo que hacemos está en coherencia el amor puede desarrollarse.
En un momento de la sesión, lleno de frustración y manteniendo la lucha de su mente, también manifestó “¿Pero por qué nos pasa esto?” deslizándose de nuevo en el camino fácil que no lleva a ningún sitio. La pregunta por qué tiene que ver con el pasado, con manifestar una resistencia a lo que es, con querer evitar el salto al que la vida nos invita, y por tanto nos mantiene en la queja y estancados. Frente a ello, el camino menos transitado nos invita a preguntarnos “¿Para qué?” ¿para qué llega esta crisis a mi vida? ¿Qué me está invitando a cambiar, evolucionar, transformar, trascender? ¿Para qué he tomado las decisiones que me han llevado hasta aquí, que me quiere transmitir profundamente esta situación? Obviamente las respuestas no estarán ahí inmediatamente, pero si mantengo una actitud de apertura antes o después las respuestas nos llegarán y descubriremos con agradecimiento la gran oportunidad que una crisis siempre esconde bajo la superficie.
Al fin y al cabo estos dos caminos tienen que ver con la lucha entre distintas partes de nosotros, por un lado está esa parte sabia, conectada y profunda cuyo objetivo es la evolución, el crecimiento permanente y acercarnos más a lo que somos. Esa parte que cuando nos estancamos y queremos que las cosas sean fáciles y cómodas nos trae un aviso en forma de crisis para que no echemos nuestra vida a perder. Por otro lado está la mente, que busca quedarse segura y cómoda en lo conocido porque aquello que no controla desata todos sus miedos, y por tanto los saltos al vacío es lo que más hay que evitar. La mente que dice “más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer” y que se resiste a la evolución por miedo a lo desconocido, al vacío.
Quizá mañana la vida, que es generosa y paciente, te vuelva a dar la oportunidad de abrir delante de ti estos dos caminos… ¿Cuál elegirás?
Antonio de Dios González
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