Tienes derecho a tus pensamientos y derecho a tus sentimientos, tienes derecho a tus deseos y derecho a tus anhelos. Tienes derecho a tu gozo y derecho a tu dolor. Tienes derecho a tu SÍ y derecho a tu NO, tienes derecho a expresar tu verdad y a recorrer tu camino y a ser celebrado por eso.
Tienes derecho a meter la pata, derecho a armar todo un lío, derecho a intentarlo y fallar y volver a intentarlo y a cometer errores. Los demás tienen derecho a molestarse, a entrar en desacuerdo, a sentirse celosos e incluso a enojarse contigo, pero no tienen el derecho de avergonzarte o castigarte por ser tú mismo.
Sabes que su abuso no es algo personal; es simplemente su propio dolor, su propio potencial aun no vivido y que no pueden o no se atreven a tocar. Te menosprecian y te reducen a un objeto porque están muertos por dentro, y tú estás tan, pero tan vivo, en contacto con la fuente de la felicidad.
Sabes que tu cuerpo es perfecto, incluso con sus imperfecciones. Cada mancha, marca de nacimiento, cada línea, arruga y cabello está perfectamente colocado, cada pliegue de la piel es sagrado, y cada deformidad no es deformidad desde el punto de vista del amor. Hay poder en el hecho de ser tú mismo, hijo, en respirar como respiras, en moverte como te mueves, en sentir como sientes. Hay poder en tu silencio y poder en tu canción. Nunca pierdas el contacto con ese poder, ¡aunque el mundo quiera que te sientas menos y hacer que lo abandones!
No tienes que ser un esclavo de este mundo. Las voces del miedo son muchas pero la voz de la presencia es aun más fuerte. Confía en ti mismo. Y cuando no seas capaz de confiar en ti mismo, sabe que tu duda es digna de confianza también.
Mantente cerca. Y escucha mi voz cada vez que caigas en la vergüenza y dudes de ti. Estoy siempre contigo, hijo, más cerca que la respiración.
Yo soy tu propia voz, una voz interior de amor-a-ti-mismo, una voz que celebra todo de ti y te recuerda que tienes derecho a existir, que eres perfecto tal y como eres, que eres sagrado y amado, en todos y cada uno de los momentos. Mi voz jamás te abandonará, aun cuando seas demasiado viejo; siempre serás un niño precioso por dentro.
Jeff Foster
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