Entendemos las cosas de su contrario.
Cuando queremos algo, hacemos del todo para boicotearnos con una oleada de ‘Y SI’… – y si va mal, y si pasa esto y lo otro, y si no seré capaz, y si fracaso y un largo etc. Estos pensamientos nos cargan de temores, nos bloquean y, si va bien, si es que al final nos decidimos a hacer algo, lo cierto es que ralentizan y entorpecen la acción.
El miedo se vence con la acción. Cuanto más tardes actúes, más miedo y más posibilidades de dejarlo en lugar que de intentarlo.
Compramos coches que van a 300 km por hora y nos matamos en las carreteras, quizás porque también mientras le damos al acelerador estamos hablando por teléfono, nos estamos preparando un porro o disfrutamos del alcohol que hemos bebido hace un rato porque nos daba la gana desviar el cerebro de cualquier pensamiento. Luego lloramos por lo que perdemos, sufrimos y hacemos sufrir como consecuencias de nuestros propios actos, de nuestras decisiones. Y hacemos campañas de sensibilización para no pisar fuerte el acelerador, para no beber si tenemos que conducir.
Nos damos cuenta de cuánto amamos a una persona después de no tenerla en nuestra vida.
Acusamos de corruptos políticos que seguimos votando o a lo mejor les pedimos favores porque no hay trabajo, lya sabes, la crisis… Y cuando finalmente nos llega una oferta, pues o nos pagan poco o está demasiado lejos o bien se trabaja los fines de semana. Así que nada, pues es que no hay trabajo y no se puede llegar a fin de mes. El País va fatal, ¿verdad?
Practicamos deportes no para cuidar de nuestra salud ni mucho menos para disfrutarlo de verdad, sino que para quemar los excesos de comidas y cenas, almuerzos, meriendas y más y más; y por haber tragado cantidades de comida – a menudo para nada saludable – que nuestro cuerpo no necesita ni puede procesar, en lugar de simplemente alimentarnos. Y si no es por esto, lo hacemos para moldear nuestro cuerpo tal y como la sociedad exige en el vanaglorioso intento de ser aceptados. O bien pagamos, nos endeudamos, para que nos quiten la grasa quirúrgicamente.
Echamos de menos lo que no podemos tener o, más absurdo aún, lo que nunca hemos tenido, cultivando la amargura.
Cuesta mucho invertir el sentido de la marcha, ir recuperando nuestra identidad interior, ver realmente quienes somos y que queremos. Cuesta mucho sanarnos.
Si ya lo ves, para e intenta encontrar tu forma para cambiar el sentido de la marcha.
Sé honest@ y date la posibilidad de vivir una vida serena, sin tantas contradicciones, sin hacerte ni causar tanto daño. Se trata de tu vida.
Tus acciones repercuten todo lo que te rodea. Este mundo no es únicamente tu mundo. Somos Uno.
Sé honest@ y date la posibilidad de vivir una vida serena, sin tantas contradicciones, sin hacerte ni causar tanto daño. Se trata de tu vida.
Tus acciones repercuten todo lo que te rodea. Este mundo no es únicamente tu mundo. Somos Uno.
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Imágenes: Pixabay.com; Istockphoto.com
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