Todos esos ‘te quiero’ que no hemos dicho, los ‘te echo de menos’, ‘me acuerdo mucho de ti’, ‘lo paso muy bien contigo’, o un claro y firme ‘no te soporto’?
¿Y los abrazos que se han quedado vacíos? ¿Y el ‘me siento frágil’, el ‘te necesito’, o el ‘me gustaría que estuvieses aquí conmigo ahora’? ¿Dónde estarán?
Y los perdón pensados y no expresados que disfrazamos de arrepentimiento? Dónde estarán?
La rabia, el gritar ‘no quiero verte más’ o ‘me has hecho daño’ en lugar de tragarse estas palabras e improvisar una sonrisa o una frase de circunstancia o una gran mentira? ¿Cuántas cosas no hemos dicho por mucho que necesitábamos hacerlo? ¿Cuántas veces hemos estado a punto de decirle a esas personas lo importante que son para nosotros y nos hemos mandado a callar bruscamente?
¿O confesarles la paz que nos transmiten? ¿O la admiración que nutrimos hacia ellas?
O un simple ‘estaba pensado en ti justo ahora’ y ya está, sin más! Por qué callar? Miedo? Orgullo? Poco amor hacia uno mismo? O hacia los demás?
¿No nos merecemos sentir?
¿Y dónde están todas estas emociones? ¿Esta maravilla de sentimientos que nuestro corazón nos dio el privilegio de sentir?…
Pues están en nosotros, enterradas, sofocadas, escondidas. Pero están, no se olvidan ni se borran. Están allí! Es como combustible en exceso que en lugar de darnos energía para seguir avanzando, nos carga en exceso y borbotea por todas partes.
Si no vacías llega un momento en que no puedes seguir.
Expresar-te es Liberar-te. Liberar-te es Amar-te.
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