Este artículo es la continuación del post inicial del blog ¿Qué es terapia?
Ramón empezó terapia hace pocas semanas. Tiene cuarenta y ocho años y perdió su trabajo como responsable de almacén hace un año y medio. Durante los primeros seis meses estuvo buscando trabajo muy activamente. Después progresivamente fue abandonando la búsqueda de empleo y a sentirse cada vez más deprimido. Su mujer acudió con él a la primera visita y comentó que a pesar de que la pérdida del trabajo de Ramón no suponía una situación de premura económica para la familia, él se estaba volviendo cada vez más taciturno y que pasaba los días ante el televisor sin hacer nada. Ramón acude solo a la siguiente visita. Habla en un tono de voz muy bajo y sin levantar la mirada. El terapeuta le pide permiso para acercarse y cogiéndolo suavemente por el mentón hace que Ramón alce sus ojos.
- No puedo mirarte.
- ¿Y eso?
- Porque me avergüenza, porque estoy aquí lloriqueando y pensarás que soy un mierda.
- No pienso que seas un mierda. Pienso que debes estar sufriendo muchísimo y sin embargo estás hoy aquí.
Las personas somos agentes activos de nuestras vidas, hacemos elecciones continuamente. Curiosamente, muchas veces lo olvidamos. Nos sentimos desamparados, como objetos a merced del destino. Creemos que la vida que hemos llevado nos condiciona y nos sentimos prisioneros de nuestra historia. Decimos no puedo, cuando deberíamos decir no quiero. O ni siquiera sabemos si queremos o no porque no podemos sentir nuestro deseo, no nos damos cuenta de que aún podemos elegir.
Empoderar significa recordarle a alguien la fuerza que tiene. La fuerza no es algo que el terapeuta se inventa, no son palabras amables, muchas veces es todo lo contrario, es decir al paciente “eso que haces con tu vida y que no te gusta, lo estás haciendo tú, es tu responsabilidad”. El terapeuta del ejemplo empodera al paciente simplemente reconociendo su sufrimiento y recordándole que a pesar de ese sufrimiento ha sido capaz de hacer una elección.
Existen muchos ejemplos de falso empoderamiento: cuando un terapeuta le dice a su paciente sólo lo que quiere oír, no lo empodera, lo engaña de la misma forma que él se engaña a sí mismo. Cuando responde a una demanda con una fórmula o un consejo no lo empodera, le está diciendo tú no puedes hacerte cargo de tu vida, haz lo que yo te diga y todo irá bien. Cuando distingue entre pensamientos positivos y negativos, reforzando y apoyando sólo una parte de lo que el paciente le dice, eso tampoco es empoderamiento, es poner al paciente en guerra consigo mismo. Hacer terapia es aprender que todo lo que nos pasa es responsabilidad nuestra, es aprender a aceptar y amar lo que uno es y encontrar la esperanza de cambiar lo que nos duele.
Autor del post:
psicoterapiacotidiana
No comments:
Post a Comment