1. Disforia.
Lo contario a la euforia, la disforia se caracteriza por un estado
general de tristeza, cansancio, ansiedad, falta de energía e irritación.
En algunos se manifiesta luego de haber consumido algún estimulante
como chocolate o café, pero igualmente puede ser respuesta a la tensión,
el aburrimiento o la depresión.
2. Embeleso.
El embeleso (una traducción lo más cercana posible al “Enthrallment”
definido por el psicólogo W. Gerrod Parrott) se identifica como un rapto
intenso, una emoción tan fuerte que parece sacar a la persona de sí
misma, específicamente en situaciones de profunda alegría o
satisfacción. Como el arrebato de las distintas tradiciones místicas,
durante el embeleso el espíritu parece elevarse a alturas insospechadas.
3. Normopatía.
Las normas sociales —y dicho más precisamente: su cumplimiento— pueden
convertirse en algunos en una obsesión lindante con la manía y aun la
locura. Se dice que quienes se inclinan hacia la normopatía no tienen
personalidad propia, pues solo hacen lo que la sociedad espera de ellos.
Paradójicamente, también es usual que este comportamiento alcance un
límite, un conflicto, el cual la persona resuelve usualmente volviéndose
violento y, sí, violando las reglas que antes tanto le habían
preocupado.
4. Abyección. Un
término de amplia herencia cultural, la abyección ha sido definida por
la filósofa francesa Julia Kristeva, quien parte de la experiencia
traumática que surge al darnos cuenta de que fuimos separados del cuerpo
de nuestros padres, para después referirse a la experiencia que
sobreviene cuando vemos algo tan horroroso que nos perturba incluso
fisiológicamente (y, por ejemplo, vomitamos). En buena medida se trata
de una sensación que nos recuerda, irrefutablemente, que entre un cuerpo
muerto o herido y nuestro propio cuerpo no hay mucha diferencia.
5. Sublimación.
Este es uno de los conceptos fundamentales de la teoría psicoanalítica
desarrollada por Sigmund Freud. En esta, la sublimación se identifica
con ese fenómeno mediante el cual la pulsión sexual, como una corriente
imparable y sin embargo frenada por las convenciones sociales vueltas
subjetivas, se manifiesta bajo otra forma. Así, por ejemplo, en vez de
dar rienda suelta a las perversiones o tener una sesión de sexo
desenfrenado, hay quien pinta un cuadro o compone una canción. Lo mismo
aplica para la pulsión destructiva: en vez de matar a su adversario, hay
quien escribe una crítica demoledora contra su novela recién publicada.
6. Compulsión a la repetición.
“El deseo de regresar a un estado anterior de las cosas”, escribió
alguna vez Freud para definir la repetición, ese mecanismo psicológico
mediante el cual el sujeto se siente compelido a hacer lo mismo una y
otra vez: desde ir al mismo restaurante hasta atarse a más o menos el
tipo de personas en sus relaciones significativas. Para Freud el lado
más siniestro de la repetición coqueteaba con la no-existencia, el
verdadero “último estado anterior” a todo.
7. Desublimación represiva.
Herbert Marcuse, teórico social cercano a las ideas de Freud, dio la
vuelta al concepto de sublimación para explicar por qué una liberación
sexual no redunda necesariamente en una liberación general o auténtica
y, por el contrario, contribuye a fortalecer mecanismos represivos.
Marcuse vivió las protestas mundiales de la década de 1960,
caracterizadas en muchos casos por esta apertura masiva de la
sexualidad, al mismo tiempo que en otros ámbitos como la familia o el
gobierno, las restricciones sociales ganaban presencia. En cierta forma
puede decirse que la desublimación represiva distrae de la consecución
de la verdadera libertad.
8. Aporía.
Otro concepto de profundas resonancias en la psique humana, la aporía
se refiere a la sensación de vacío que ocurre cuando nos damos cuenta de
que algo en lo que creíamos al final no es verdad o, lo que al parecer
es más frustrante, cuando esa creencia cae en el abismo ambiguo de lo
que puede ser tan verdadero como falso.
9. Compersión. Este
neologismo, relativamente contemporáneo, busca nombrar el sentimiento
opuesto a los celos cuando se descubre que la pareja está saliendo con
algo más. En buena medida se encuentra ligado a relaciones abiertas y de
poliamor, en las cuales existe un acuerdo que permite esta situación.
Alguien involucrado en este tipo de afecto puede sentir cierta
satisfacción cuando ve a la otra persona besarse con alguien distinto.
En un ejemplo tanto o más asequible, la compersión también puede ser eso
que se siente cuando un amigo gana un premio por el cual tú también
competías.
10. Sentimientos grupales.
Para algunos psicólogos ciertos sentimientos sólo son posibles en
grupo, esto es, surgen solo cuando estamos con otros. Su particularidad
es que por la interacción es común que estos entren en conflicto con
nuestras creencias personas. Así, por ejemplo, si una discusión
colectiva alguien habla en contra de la homosexualidad o de la religión,
de pronto otra persona que quizá nunca había pensado sobre el asunto,
se descubre defendiendo el asunto (aunque individualmente le sea
indiferente tomar una posición al respecto).
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