Pero… si la autoestima es por definición el Amor hacía uno mismo ¿Cómo se puede ver afectada por lo que haga otra persona? Es un error muy frecuente confundirnos entre la autoestima y lo que podríamos definir como la “fueraestima” que es justamente su contrario, el amor que nos viene de fuera.
Cuando tratamos de aumentar la primera, la autoestima, basándonos en lo que nos valoran o nos quieren los demás más la rebajamos porque más estamos fortaleciendo el mensaje de que nuestra valía depende de lo que piensen los demás, que es justo lo contrario de la autoestima. Este mensaje lleva implícito otro todavía más importante, si valgo por lo que opinen los demás es que considero que su opinión y ellos mismos son más importantes que la mía o que yo mismo. Es obvio que darle más valor a lo de fuera que a lo de dentro es un ataque frontal a nuestra autoestima y una potenciación de la fueraestima, que nos hace dependientes y que nos perdamos a nosotros mismos.
Evolutivamente el proceso de quererse a uno mismo empieza con el aprendizaje en el espejo de la opinión de los demás. Un niño/a no tiene desarrollado el cerebro para tener la capacidad de reflexionar sobre sí mismo y su valoración dependerá del mensaje que reciba desde fuera, especialmente de las personas más importantes en su vida. Aquellos niños/as que no recibieron la información externa de que son válidos, únicos y perfectos, no han podido incorporar esa información, no está disponible dentro y por lo tanto es fácil que tengan una baja autoestima.
Pero una vez adultos, es seguir buscando la aprobación y la validez a través de los demás lo que nos esclaviza en un círculo vicioso terrible. Cuanto más nos esforzamos por conseguir la aprobación y la valides a través de los demás, más potenciamos la fueraestima y más debilitamos la autoestima. Y es que cuanto más hacemos cosas para que nos quieran más nos damos el mensaje de que no merecemos ser queridos por lo que somos y, al ser congruentes con ese mensaje, más seguimos intentando obtener la aprobación de los demás.
Así que es tiempo de romper la prisión que nos construye nuestro miedo. Respirar profundo y enfrentarnos a ese vacío interior que tanto pánico provoca para ir iluminando poco a poco todo ese mundo interior mágico que somos como seres humanos únicos e irrepetibles. Cambiar la mirada hacía dentro y empezar a admirar el trabajo armonioso de nuestros millones de células trabajando en una sinfonía perfecta que logra mantener la vida cada instante.
Es tiempo de Amar lo que somos y, si queremos, seguir creciendo y desarrollando aquello que desearíamos Ser. Darle más importancia a ser compasivos con nosotros mismos, juzgarnos desde la comprensión y el Amor, darnos una segunda oportunidad para hacer diferente aquello que deseo cambiar y quitarle importancia al juicio de los demás, recordando el dicho de Spinoza “Cuando Pedro habla de Juan, más nos cuenta de Pedro que de Juan”. Es tiempo de honrar la autoestima y dejar la fueraestima para las cosas secundarias y poco importantes, como decía el sabio… “Ama al otro como a ti mismo”, céntrate en amar hacía fuera y recibir amor de fuera cuando ya lo hayas hecho dentro.
Cuando tratamos de aumentar la primera, la autoestima, basándonos en lo que nos valoran o nos quieren los demás más la rebajamos porque más estamos fortaleciendo el mensaje de que nuestra valía depende de lo que piensen los demás, que es justo lo contrario de la autoestima. Este mensaje lleva implícito otro todavía más importante, si valgo por lo que opinen los demás es que considero que su opinión y ellos mismos son más importantes que la mía o que yo mismo. Es obvio que darle más valor a lo de fuera que a lo de dentro es un ataque frontal a nuestra autoestima y una potenciación de la fueraestima, que nos hace dependientes y que nos perdamos a nosotros mismos.
Evolutivamente el proceso de quererse a uno mismo empieza con el aprendizaje en el espejo de la opinión de los demás. Un niño/a no tiene desarrollado el cerebro para tener la capacidad de reflexionar sobre sí mismo y su valoración dependerá del mensaje que reciba desde fuera, especialmente de las personas más importantes en su vida. Aquellos niños/as que no recibieron la información externa de que son válidos, únicos y perfectos, no han podido incorporar esa información, no está disponible dentro y por lo tanto es fácil que tengan una baja autoestima.
Pero una vez adultos, es seguir buscando la aprobación y la validez a través de los demás lo que nos esclaviza en un círculo vicioso terrible. Cuanto más nos esforzamos por conseguir la aprobación y la valides a través de los demás, más potenciamos la fueraestima y más debilitamos la autoestima. Y es que cuanto más hacemos cosas para que nos quieran más nos damos el mensaje de que no merecemos ser queridos por lo que somos y, al ser congruentes con ese mensaje, más seguimos intentando obtener la aprobación de los demás.
Así que es tiempo de romper la prisión que nos construye nuestro miedo. Respirar profundo y enfrentarnos a ese vacío interior que tanto pánico provoca para ir iluminando poco a poco todo ese mundo interior mágico que somos como seres humanos únicos e irrepetibles. Cambiar la mirada hacía dentro y empezar a admirar el trabajo armonioso de nuestros millones de células trabajando en una sinfonía perfecta que logra mantener la vida cada instante.
Es tiempo de Amar lo que somos y, si queremos, seguir creciendo y desarrollando aquello que desearíamos Ser. Darle más importancia a ser compasivos con nosotros mismos, juzgarnos desde la comprensión y el Amor, darnos una segunda oportunidad para hacer diferente aquello que deseo cambiar y quitarle importancia al juicio de los demás, recordando el dicho de Spinoza “Cuando Pedro habla de Juan, más nos cuenta de Pedro que de Juan”. Es tiempo de honrar la autoestima y dejar la fueraestima para las cosas secundarias y poco importantes, como decía el sabio… “Ama al otro como a ti mismo”, céntrate en amar hacía fuera y recibir amor de fuera cuando ya lo hayas hecho dentro.
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