Todos/as recordamos aquellos momentos en que veíamos televisión en familia y aparecía alguna noticia de alto contenido emotivo. Asesinatos, catástrofes naturales, guerras inexplicables en la contemporaneidad aparecían solamente durante algunos momentos, hasta que la mano benévola de nuestros padres cambiaba de canal o apagaba el televisor.
La exposición a todas esas y muchas más tragedias y sinsentidos forma parte hoy de la cotidianeidad de nuestros jóvenes Millenial o de la llamada Generación Z (los nacidos desde mediados de los 90 hasta nuestros días). Esto les convierte, según muchos estudios, en una generación especialmente realista.
Así, si la generación Y era optimista, la generación Z es realista. Saben, por el carácter global de las noticias y el calibre de cosas como el 11M o el 11s, las crisis económicas o la violencia en las escuelas, que el mundo puede ser un lugar muy peligroso. Parece que para ellos se vuelve cierto el viejo refrán de que “cualquier tiempo pasado fue mejor” (o lo pareció).
Se trata de una generación que ha tenido que vivir acontecimientos y situaciones sociales (terrorismo, recesión económica, etc. ) especialmente duras. Algunos autores les definen como “rebeldes con causa” (Emily Anatole, Generation Z: Rebels With A Cause).
Así, una encuesta reciente a jóvenes estadounidenses preguntaba a los jóvenes de la Generación Z sobre los acontecimientos más importantes en sus vidas, obteniendo una significativa primera respuesta:
1. La violencia escolar.
2. La emergencia de las redes sociales.
3. La elección del primer presidente negro.
2. La emergencia de las redes sociales.
3. La elección del primer presidente negro.
El tema preocupa, evidentemente, a todos/as aquellos que nos preocupamos por su felicidad y tiene implicaciones en cuanto a evolución de la ética y la moral en nuestras sociedades.
¿Son capaces de afrontar el tema sin que les afecte en demasía? , ¿Serán adultos más precavidos? ¿Les convierten sus obvias estrategias de distracción, de compensación emocional (evasión en el mundo de los video juegos o las redes sociales), en más fríos emocionalmente (a veces hasta el extremo del morbo) que los jóvenes de generaciones anteriores?
La opinión general adulta se manifiesta en ese sentido. Conversaba sobre ello en Santiago de Chile, el día del trabajador, en motivo del suicidio de un joven grabado, subido a Youtube y comentado con dudoso sentido del humor por muchos en las redes sociales. Resulta un buen ejemplo de la necesidad de intervención, de matiz ético por parte de los adultos ante una realidad que ya no podemos disimilar o esconder pero sí ayudar a interpretar.
Para convertir el realismo en un Superpoder en los términos que utilizamos aquí habitualmente, se trata de hacerles más resilientes , más enteros, más capaces de sobreponerse a períodos de dolor emocional y situaciones adversas e incluso (y en este punto se basa la necesidad de esta entrada), de aprovechar la transparencia de la peor cara de lo humano para sensibilizar hacia el activismo por una sociedad mejor.
Me quedo con dos definiciones de Resiliencia en Wikipedia que destacan este componente activista porque está en ello, en el cambio individual y social, el objetivo final de nuestra intervención como mentores éticos o educadores (ver también el trabajo de mi amiga Anna Forés):
“Capacidad del ser humano para hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas e inclusive, ser transformados por ellas.” Grotberg (1995)“La resiliencia significa una combinación de factores que permiten a un niño, a un ser humano, afrontar y superar los problemas y adversidades de la vida, y construir sobre ellos.” Suárez Ojeda (1995)
Activismo racional: el leviatán* de la desigualdad desenmascarado.
Para provocar el cambio resulta importante señalar el drama importante, sacar a la palestra, de entre la amalgama de noticias negativas, aquellas a las que podamos aportar valor un ético irrenunciable. La ocultación, el “cambio de canal”, la censura, resultan ya a todas luces imposibles, así que nuestro papel deberá centrarse en todo lo contrario: en seleccionar, de entre las innumerables desgracias que emergen todos los días, las que sean susceptibles de una reflexión ético-activista importante.
La ocultación, la sobreprotección que busca el alivio emocional podría, de hecho, no tener mucho sentido. Una investigación reciente en la Universidad de Chicago apoya nuestro punto de vista: al contrario de lo que pudiese parecer, la insensibilidad emocional que nuestros jóvenes desarrollan necesariamente ante la exposición constante a este tipo de estímulos, puede facilitar el desarrollo de un alto sentido de la justicia. El sentido de la justicia parece más ligado a la razón que a la emoción.
La investigación consistía en observar escáneres cerebrales mientras los participantes en el estudio veían videos sobre “buen” y “mal” comportamiento y mostraba cómo quienes mostraban mayor sentido de la justicia también tenían menor actividad en las partes del cerebro asociadas al procesamiento emocional. Por el contrario las zonas que se activaban eran las más relacionadas con procesos cognitivos más elaborados, como la planificación, la toma de decisiones, el razonamiento abstracto, la interpretación de claves sociales, la distinción entre perspectivas, etc..
La idea final resulta nueva e inmensamente interesante: la gente que se muestra altamente sensible en términos de justicia y equidad no parece estar motivada por aspectos emocionales, concluyen los investigadores, contra la idea de los “motivos sentimentales” de aquellos implicados en temas de derechos humanos y justicia social y criminal. La justicia y los más altos valores pueden ser una cuestión de raciocinio, esa cualidad que los animales humanos solemos decir que ostentamos en exclusiva.
Volviendo a nuestras cuestiones, parece que no debemos temer respecto a la insensibilización emocional al seleccionar los temas de interés. Seleccionar para racionalizar aquellos cuya carga emocional sea elevada, puede ser incluso positivo.
El suicidio del joven Chileno, por ejemplo, podría ser un Leviatán con matices de crítica social ineludibles.
Educando al superhéroe para un mundo mejor
Después de seleccionados los temas deberemos, obviamente, explicar el porqué de su importancia. Volviendo al ejemplo de Chile, ante cualquier caso de suicidio es importante abordar el fenómeno general, recordar que se trata de una decisión extrema que nunca debe tomarse sin haber pedido ayuda previamente a familiares y amigos.
En concreto deberíamos destacar que determinados suicidios (por no decir casi todos), muestran el fracaso de nuestras sociedades en conseguir la felicidad de sus miembros. El suicidio se asocia en muchos casos a situaciones de desempleo que provocan sentimientos de inadecuación social, de no pertenencia al grupo en el que todo ser humano busca colmar la necesidad de afiliación, lo cual parece ser el motivo último del caso del joven chileno, que gritaba consignas contra el capitalismo extremo al caer.
La lección es obvia: luchar contra el desempleo es una cuestión crucial si queremos seres humanos y sociedades más felices.
Por último, recordar que es importante, como siempre que conversamos con los jóvenes de estas generaciones, utilizar material multimedia adecuado, afín a las nuevas alfabetizaciones en lo digital. En este caso, mostrar los contravideos creados por otros jóvenes (sus iguales) criticando las reacciones morbosas al suceso y explicando el drama socioeconómico subyacente serían imprescindibles.
*Leviatán (del hebreo לִוְיָתָן, liwyatan, enrollado) es una bestia marina del Antiguo Testamento, a menudo asociada con Satanás, creada por Dios.(Génesis 1:21) El término Leviatán ha sido reutilizado en numerosas ocasiones como sinónimo de gran monstruo o criatura o de forma más genérica, del “mal” o la maldad (Puede ampliarse esta acepción en la obra de Hobbes del mismo nombre, uno de cuyos argumentos básicos está en la conocida sentencia: “el hombre es un lobo para el hombre”)
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