La mejora del equilibrio mental gracias a la actividad física es un proceso fisiológico objetivo que además genera relajación y felicidad.
Actividad física: un medio para conseguir bienestar, equilibrio mental, serenidad y mayor rendimiento cognitivo
El cerebro humano trabaja incesantemente respondiendo a todos los estímulos que percibe y, en este proceso continuo de adaptación y supervivencia, integra en las actividades motoras las capacidades cognitivas.
La neurociencia, gracias a sus innumerables investigaciones, demuestra como la actividad física es igualmente favorable tanto para nuestra estructura como para el corazón y el cerebro. No solo mejora nuestros sistemas (cardiovascular, inmunológico, nervioso, bioquímico etc.) sino que repercute directa y positivamente en nuestra esfera neuronal, beneficiando nuestra capacidad de aprendizaje y nuestro estado de ánimo.
Sus efectos favorables se aprecian sea cual sea nuestra edad y condición física y mental.
Practicar ejercicio no se traduce en tener que hacer una actividad extenuante para lograr beneficios
El bienestar no es una cuestión de intensidad sino más bien de continuidad y adaptabilidad a las necesidades personales en el momento presente.
Por este motivo, es crucial:Imagen: Pixabay.comUn cambio en el estilo de vida implica un cambio mental. La mejora de uno conlleva la mejora del otro.
- adaptar los planes de entrenamiento a cada persona
- ayudarla a identificar su objetivo para que éste sea alcanzable y medible;
- guiarla para que tome conciencia del estado en que se encuentra tanto física como anímicamente;
- impulsar el cambio de estado mental para que la persona pueda apreciar su propia transformación.
Sentirse bien hace que cambiemos nuestra forma de pensar, de relacionarnos, de aprender, de trabajar, de actuar, de alimentarnos, en una palabra de cuidarnos. Lo bueno que hacemos para nosotros mismos lo haremos automáticamente para los demás.Imagen: Pixabay.comLa actividad física, en su inmensa variabilidad, no es solo una actividad motora o cardiovascular, sino que un proceso interno gracias al cual puede cambiar nuestra forma de vernos y de ver y vivir todo lo que pasa en nuestra vida.
Pensar sentado en el sofá no es lo mismo que pensar mientras practicamos una actividad física que además nos gusta!
Está científicamente comprobado que la actividad física ayuda a producir endorfinas, las cuales son capaces de inhibir el dolor, disminuir los estados de ansiedad, fortalecer el sistema inmune y modular el apetito, entre otras. En general, podemos afirmar que son las responsables de nuestra calidad de vida.Imagen: Pixabay.comLa vida no se piensa, la vida se vive. La calidad de la vida depende de la calidad de nuestros pensamientos y del tiempo que destinamos a ellos, en lugar de actuar o sentir lo que vivimos.
Al menos un 60% de la población mundial no realiza la actividad física necesaria para obtener beneficios para la salud.
“A nivel global, el 20,8% de los niños y niñas estudiados padece algún tipo de trastorno mental que afecta a su vida cotidiana, a la de sus pares, familiares y educadores. “[1]
Cualquier persona la cual se verá sometida a tal ritmo/tipo de vida, antes o después, no se verá en las condiciones de poder dedicar tiempo a si misma y a lo que siente, y simplemente ser, abrirse a dar/se y recibir/se.Esto provoca un estado de estrés y frustración y dificulta o bien imposibilita crear un estilo de vida saludable bajo todos los aspectos. Es necesario parar un momento y hacer una reflexión muy seria acerca de nuestro estilo de vida. ¿Lo que sacrificamos para ‘tener’ determinadas cosas y/o relaciones y/o trabajo y/o hábitos, o en general la forma en que estamos viviendo nos aporta o nos resta calidad de vida? ¿Vivimos o sobrevivimos? Según cual sea la respuesta de cada uno, actuemos…
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