El psicólogo estadounidense John Welwood es el autor del concepto del “bypass espiritual”, o sea utilizar la espiritualidad y todos sus principios y significados como tapadera de una realidad a la que uno no quiere enfrentarse.
Analizando y reflexionando sobre los efectos de utilizar la espiritualidad como medio para escapar de nuestro día día, es frecuente darse cuenta de cómo se utiliza, por ejemplo, la compasión para justificar/huir de lo que realmente sentimos.
En su libro “Bypass espiritual: cuando la espiritualidad nos desconecta de lo que verdaderamente importa”, el psicoterapeuta Robert Masters afirma: nuestra dificultad para tolerar y hacer frente a nuestra sombra personal y colectiva es el motor que nos lleva a buscar la espiritualidad como refugio o solución fácil a nuestros problemas. En estos casos, las prácticas o creencias no ayudan a elevarnos sino a evitar el costoso tránsito por el auto-examen y la auto-observación, a acallar la voz interior que nos dice que algo no está bien, a barrer bajo la alfombra conflictos y dificultades que piden a gritos ver la luz del día[1].
John Welwood sostiene que: “Cuando caemos en el ‘bypass spiritual’, usamos la meta de la iluminación o la liberación para racionalizar lo que yo llamo trascendencia prematura […]. Procuramos usar la verdad absoluta para descalificar nuestras necesidades humanas relativas, nuestros problemas psicológicos, nuestras dificultades vinculares o déficits de desarrollo.“
Aspirar a la iluminación, desear elevarnos a un nivel espiritual, a la pureza, al amor incondicional es admirable, solo no puede ser la meta – fácil – a corto plazo. Así mismo no es saludable ni verídico pensar de llegar a ello sin haberse enfrentado a los propios fantasmas, a esa parte más oscura que nos hace personas y que necesitamos transitar para completar nuestro camino en esta vida. Esta sería la que yo llamo ‘Iluminación Mental?…
¿Cómo se manifiesta este Bypass espiritual en nosotros?
Con una desmesurada compasión hacia todo el mundo, un desapego que traspasa los limites humanos, una positividad que llega a resultar molesta y que no aporta nada, la represión de las emociones que consideramos negativas, ignorando, sofocando, ocultando la parte de nosotros que consideramos reprobable o que tememos sea mal vista por los demás o la sociedad. En casos más extremos, puede presentarse, incluso, como delirios de iluminación.
C.G. Jung lo decía que: “Uno no alcanza la iluminación fantaseando sobre la luz sino haciendo consciente la oscuridad”.
Si es cierto que, según las enseñanzas espirituales, todo lo que nos lleva a lo material, la esclavitud de pensamientos y emociones es una ilusión que nos relega dentro de una dimensión vacía y que hay que trascenderlo todo para elevarse, pues está bien en la teoría pero su aplicación constante y continua en las diferentes situaciones y circunstancias de la vida es más complicada. Esta teoría tan liberadora y profunda puede ser utilizada por la mente para reprimir lo que realmente está en nosotros.
Cuando hablamos de enseñanzas espirituales, más que aplicar reglas y teorías se trata de integrarlas a lo que somos en todas nuestras facetas. El amor incondicional no viene del perseguir la idea que todo Ser debe ser amado ni de la que no hay que depender de lo material. El camino espiritual no se basa en ideas y las ideas o creencias no conducen a la iluminación. El camino espiritual no es el camino de las ideas.
“Temo que lo que muchos budistas occidentales están practicando no es desapego, sino evitación del apego: se apegan a la negación de sus necesidades humanas, por desconfianza en el amor” , subraya Welwood.
El camino espiritual es un recorrido personal hecho de experiencias que cada individuo necesita transitar para superar los obstáculos que le impiden ser feliz, compasivo, desapegado y nutrir amor y respeto hacia si mismo y, por ende, hacia todos los demás.
Cada persona elige el tipo de recorrido, las enseñanzas o terapias, teoría, filosofía, religión que, en un momento determinado o durante toda su vida, le proporcionan las respuestas que está buscando. Para nutrir, sentir y radiar amor hay que liberar todas las capas emocionales (rabia, envidia, tristeza, resentimiento, fobias etc.) que nos impiden que fluya libremente.
Fuente: lausinamistica.wordpress.com – [1] Fabiana Fondevila
Imágenes: Pixabay.com
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